Recorrió el camino de Santiago como un auténtico peregrino: sandalias, sombrero, bastón y capa. En su equipaje, poco más de dos kilos; en sus brazos, su gaita; y en sus bolsillos, nada. El médico homeópata Carles Amengual empezó su recorrido desde Saint Jean Pied de Port, en Francia, el día de Santiago: 25 de julio. Solo y sin dinero ni tarjetas de crédito. Decidido a vivir del sonido de las xeremies y su habilidad para curar a los demás.
«El botiquín homeopático y las xeremies me sirvieron para poder comer y pagar los refugios. No pedía limosnas, me daban la voluntad», explica el médico, que realizó el recorrido a una media de 30 kilómetros diarios. Prescindió de los euros, pero ningún día le faltó nada. Finalizada cada jornada y pagada la cena y la cama, si le restaba dinero lo donaba a otros peregrinos o al refugio. Cada día empezaba de cero. Con los bolsillos vacíos.
«Es curioso darse cuenta de que podemos vivir con muy poco», dice Amengual, que explica que «cada peregrino tiene sus razones para hacer el camino y, en mi caso, tras un período de cuatro años que han sido difíciles, en los que lo he pasado muy mal, quise dar las gracias por haber completado una etapa y continuar por el camino de la vida». Las xeremies y su sonido fueron unos buenos compañeros de trayecto.
Hace apenas un año que aprendió a tocar el instrumento, pero en el repertorio que interpretó durante su largo peregrinaje figuran más de cuarenta piezas, entre las que destacan canciones populares de las Illes Balears. «La gente se sorprendía al verme tocar la gaita, muy pocos conocían las xeremies mallorquinas. La mayoría de gente cree que las gaitas son exclusivas de Galicia, Irlanda y Escocia, pero este instrumento se encuentra en treinta lugares de Europa», precisa Carles Amengual.