Anoche los Reyes cerraron oficialmente sus vacaciones en Mallorca ofreciendo una cena en el salón gótico del Palacio de l'Almudaina "mesas de a seis, manteles y servilletas de color verde, sillas marrones y asientos dorados" a las primeras autoridades civiles y militares de Balears. Con anterioridad se llevó a cabo el tradicional besamanos en el salón del Rey, estancia contigua al comedor, con dos impresionantes tapices colgando, y a cuyo fondo puede verse la mesa del Monarca con una fotografía del infante don Felipe con un perro.
El acto se prolongó más allá de los cinco minutos. El Rey, la Reina y el príncipe don Felipe, de pie, fueron saludando a cada uno de los invitados, que, alineados debidamente, aguardaban turno en silencio. Los primeros en saludar a SSMM y a SAR fueron el Molt Honorable Francesc Antich, su esposa y el alcalde de Palma. Cuando saludó a la delegada del Gobierno, el Rey se interesó por su estado que, dicho sea de paso, es espléndido.
Para la ocasión, los caballeros optaron por el traje oscuro "nos referimos a los civiles, pues los militares vistieron de uniforme oficial", mientras que a las señoras no resultó sencillo enmarcarlas en un color concreto, pues estos variaron notablemente, al igual que el largo y el corto de sus vestidos. Y es que en estas ocasiones la mujer no va tan uniformada como el hombre.
Por su parte, don Juan Carlos y el príncipe lucieron sendos trajes cruzados de color azul marino, con camisa a rayitas con corbata azul, el primero, y a rayas más gruesas y corbata también a rayas inclinadas en tono amarillo, el segundo. La Reina había optado por un vestido de color azul claro con dibujos en un azul algo más oscuro, a juego con los zapatos. El bolso, pequeño, de color dorado. Poco antes de pasar al salón contiguo a tomar el aperitivo, doña Sofía, dirigiéndose a los periodistas, comentó «que a causa de los focos me he tenido que mover para reconocerles».