Hay que decir que en Flor de Lis se encuentra también el duque Karl, y que este fin de semana se unirán a ellos sus hijos Eberhard y Fleur. «Nunca podrán ustedes imaginar cómo es de bella Mallorca ni el clima tan fantástico que tiene "nos dijo, a guisa de saludo". Vengo de Alemania donde está lloviendo y la temperatura es bastante fresca, y me encuentro con que aquí, más que primavera, parece como si estamos en verano». Diana ha llegado esplendorosa, alta, delgada, con mejor aspecto que nunca y en buena forma física. Basta con verla trabajar. «Si podemos, nos pasaremos estos días en casa, salvo uno o dos en que nos iremos a navegar. Porque creo que el mar está muy bien».
El duque se interesa por si se ha producido alguna noticia importante después de la última vez que estuvieron en Mallorca y le decimos que en la Isla ya hay 90.000 propiedades que pertenecen a compatriotas suyos. «¿Tan pocas...? Pues yo creía que eran más».
En Flor de Lis reina la actividad. Por una parte, acaban de llegar los azulejos portugueses con los que se forman las figuras de cada uno de los miembros de la familia Würtemberg, y que embaldosadores portugueses, llegados ex profeso desde Lisboa, están colocando meticulosamente en las paredes de la entrada a la clastra de la casa. Por otra, y como ya hemos dicho, ella está trabajando en su taller en ese bajorrelieve. Pero tal vez la noticia está en que su hijo Eberhard ha diseñado unos carritos de golf, los Green Bee, de la marca Promec, carritos monoplazas, muy prácticos, ecológicos y rápidos, con un compartimiento en la parte posterior donde instalar durante el trayecto entre hoyo y hoyo la bolsa con los palos, uno de los cuales regalará el sábado a don Juan Carlos en una audiencia que le ha concedido al caer la tarde.
Los duques de Würtemberg, que tienen dos similares, nos hacen una demostración de su funcionamiento dando una vuelta en cada uno de ellos sobre el camino recién empedrado, mientras que el del Rey se queda estacionado. Observamos que son rápidos, silenciosos, y de fácil maniobrabilidad. «Mi suegra, que tiene 90 años "dice el duque", tiene en su casa de París uno, con el que se desplaza sin problemas». El carrito dispone de toldo y de una pequeña computadora, muy práctica en lo que a golf se refiere, que se pone en funcionamiento a través de una tarjeta. Lo primero que se ve tras introducir ésta en el carrito de Su Majestad es la salutación: Bonjour majesté. Vive le roi.