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Un lobo de mar con «Leyenda»

El mallorquín Javier Sansó descansa unos días en Palma, tras su intento de dar la vuelta al mundo en solitario en el que chocó con un iceberg

Javier Sansó pasa unos días en Palma donde anoche impartió una conferencia sobre sus experiencias en la regata. Foto: J.A.

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Un iceberg truncó su sueño. El mallorquín Javier Sansó abandonó la regata del mundo en solitario al chocar su embarcación contra un iceberg. «En aquel momento perdí un timón, estaba a 3.500 millas del puerto más cercano de la Antártida, hacía mucho frío y en las condiciones eran extremas, así que aunque me costó mucho, abandoné».

"¿Volverías a participar en este tipo de regatas?
"Estaba mentalizado para lo peor, y aprendí el manejo de la embarcación en condiciones extremas, tuve poco tiempo para conocerla ya que la terminaron poco antes de la prueba, quizás la regata me ha servido como preparación de la próxima regata al mundo con escala en octubre del 2002. Sólo volvería para ganar. En la próxima «Vendée Globe» me gustaría hacer todo el circuito de regatas.

"A lo largo de toda la «aventura», ¿te has sentido identificado como el protagonista de «Náufrago»?
"Bueno, hay momentos que llegas a hablar solo pero la regata es estar en constante competición. Los momentos libres los dedicaba a recuperar horas de sueño, leer o al mantenimiento del barco como coser velas o reparar daños.

"¿Navegas por amor al arte o por el dinero?
"Sinceramente, navegar me gusta, o bueno al menos me gustaba salir en barco con mi mujer o con los amigos, aunque no soy un romántico del mar. Pero también lo hago por dinero. Hacerlo gratis es una locura. Ahora mismo estoy abierto a varias proposiciones de patrocinadores para la próxima regata.

"¿Donde está tu meta?
"Me gustaría hacer un barco oceanográfico y dar vueltas al mundo, hacer documentales al estilo de Cousteau.

"¿Cuál es el lugar más bonito que has visto?
"Umm...(sonríe), he viajado por todos los mares del mundo pero apenas he podido disfrutar de por donde he pasado ya que no me he parado. Sólo he podido contemplar la costa desde lejos. Una de las razones de que algún día, dentro de muchos años, quisiera tener mi propio barco trasoceánico es poder disfrutar de lugares insólitos y rebosantes de belleza.

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