Abogacía del Estado. Oficina de Extranjería (calle Tous i Maroto número 3). Son las nueve de la mañana y la cola llega a las oficinas de Correos. Gente de distintas nacionalidades (europeos, africanos y sudamericanos) van a buscar sus papeles. Las caras de los allí presentes denotan cansancio y nerviosismo: quieren seguir viviendo en Mallorca y necesitan urgentemente sus documentos.
La «oficinita» de Extranjería no es precisamente un lugar agradable. Juan Gomila, mallorquín de nacimiento y holandés de adopción, está también aquí para renovar su documento nacional de identidad. «En Holanda nunca he tenido que hacer tantos trámites. Esto es peor que el Congo Belga. Una auténtica vergüenza. No hay ningún tipo de servicio, la gente está apretujada, agobiada, ni siquiera hay sillas. Totalmente tercermundista. Ya podrían tener una oficina más grande, la gente tiene que salir fuera y hace frío. Estoy indignado».
En el recinto hay cuatro mesas. En la primera y la segunda se tramitan solicitudes de permiso de trabajo y otras autorizaciones laborales; en la tercera se gestionan tarjetas comunitarias, residencias de régimen general no laboral, prórrogas de estancia, autorizaciones de regreso, informes de regularización familiar. En la cuarta mesa se hacen solicitudes de traslado y aportes de documentos. Para acceder a cada mesa se precisa coger número. Cada día se facilitan 80 números para las mesas 1 y 2, 80 para la 4 y 50 para la 3. «Quien no pilla número ya no puede hacer nada. Que venga otro día. Es una injusticia. Yo vivo en Manacor y tengo que bajar a las siete de la mañana para luego encontrarme que ya no quedan números», asegura la marroquí Ibtissam Kriech.