Coincidiendo con la Diada de Mallorca, el 12 de septiembre, se realiza cada año una ofrenda floral al rey Jaume II, primer rey privativo de Mallorca, ante el altar mayor de la Seu.
Sin embargo, es en la capilla de la Trinidad, tras el altar mayor, donde se encuentran, desde 1947 "año de la reforma efectuada por Gabriel Alomar", los restos de Jaume II (1243-1311) y de Jaume III (1315-1349), monarcas del antiguo «Regne de Mallorques». Los nichos de ambos son obra de Frederic Marès. El 15 de mayo de 1947 el anterior jefe del Estado, Francisco Franco, presidió el traslado de los restos de los dos reyes a la mencionada capilla.
La Seu debía acoger a los reyes de Mallorca, pero el rey Sanç se encuentra enterrado en la iglesia de Sant Joan el Vell de Perpinyà. Jaume I, que no fue rey privativo de Mallorca, se encuentra enterrado en el monasterio de Poblet. Jaume II obtuvo de su padre, Jaume I el Conqueridor, el «Regne de Mallorques», junto con Menorca, Eivissa y los condados del Rosselló, Conflent y la Sardenya, el señorío de Montpellier y el vizcondado de Carladès. El reinado de Jaume III fue, si cabe, más difícil que el de Jaume II. De hecho, tras múltiples avatares, murió en Llucmajor, intentando recuperar su reino.
Los restos de Jaume II siempre han estado en Mallorca, y en la Seu han tenido tres ubicaciones distintas. En un testamento de 1306, había ordenado la construcción de una capilla en la catedral para ser enterrado en ella. Por el contrario, los restos de Jaime III se trasladaron a Valencia tras su muerte y no volvieron a Mallorca hasta el año 1905.
En el día de ayer, en la capilla de la Trinidad, no había ninguna flor a los pies de los nichos de Jaume II y de Jaume III, «y nunca suele haber», según señaló un monaguillo de la Seu. La capilla no suele recibir tampoco visitas, salvo la de algún investigador o historiador. Seguramente, el reconocimiento que se debe a ambos monarcas merecería algo más.