La clínica Capistrano trata una media diaria de 14 personas ingresadas por adicción al trabajo. En sus dos clínicas tiene durante todo el año entre 12 y 14 personas que sufren este tipo de adicción. Ello pone de manifiesto la importancia de esta adicción que, sin embargo, pasa mucho más desapercibida que cualquier otra adicción porque trabajar demasiado no está mal visto socialmente.
Tras las vacaciones es habitual que se produzca un repunte de ingresos según explica el director de la clínica, el doctor José María Vázquez Roel. Ello se debe a varios factores, entre los que se encuentra el aumento del tiempo libre, que produce más ansiedad.
Los síntomas de esta adicción son claros: no saben qué hacer cuando no están en la oficina, están obsesionados por su trabajo, la familia se considera un obstáculo para seguir trabajando y acumulan un nivel de estrés que produce hipertensión, trastornos gástricos o vasculares. Habitualmente este cuadro patológico concluye en lo que se conoce como «depresión del éxito», un problema psicológico que produce cuadros ansiosos de depresión.
Los adictos al trabajo son la última adicción del siglo XXX y la enfermedad del XXI. La clínica Capistrano, especializada en el tratamiento de todo tipo de adicciones, ya ha tratado a unas 600 personas que padecen esta relación patológica con su trabajo. Un 20% del total de ingresos que recibe la clínica, que además de contar con su centro de Palma tiene otro en Madrid, se deben a esta reciente adicción.
El perfil de las personas que acuden para «desintoxicarse» incluye a una gran mayoría de empresarios, profesionales y operarios manuales que trabajan por cuenta propia. En la mayoría de los casos consumen estimulantes para mantener un ritmo de trabajo que, de otra manera, sería imposible, y es ese consumo de estimulantes la señal de alarma de que existe un problema. «La enfermedad es muy común, mucho más frecuente de lo que parece y muy difícil de detectar en un primer momento porque es una adicción que está bien vista en la sociedad», señala.