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Hacia un Son Sant Joan sin barreras arquitectónicas

Un estudio sobre la accesibilidad del aeropuerto de Palma revela las mejoras y los problemas existentes

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Cada vez hay más personas mayores que ven peor, oyen peor y andan con más dificultad y personas con discapacidad que viajan, por lo que los aeropuertos deben tener en cuenta que el usuario ha cambiado y que éstos han de ser accesibles y tienen que estar adaptados a estas nuevas circunstancias.

Ésta es la principal conclusión a la que llega Silvia Gerster Moncadas, licenciada en Psicopedagogía, diplomada en Magisterio y estudiante de Enfermería, en su «Análisis de accesibilidad del aeropuerto de Palma de Mallorca», un estudio realizado en el marco del master de «Programas de integración laboral de las personas con discapacidad» de la Universitat de les Illes Balears.

Silvia Gerster explica que ha aprovechado su relación laboral con el aeropuerto de Palma y su conocimiento de las antiguas instalaciones y de las actuales para determinar si había mejorado en accesibilidad y en qué podía mejorar aún más.

«El tópico de proteger y cuidar a mayores y discapacitados va quedando cada día más obsoleto y se impone la concepción de estas personas como sujetos de pleno derecho. Por lo que este grupo ha pasado de reivindicar el derecho que toda persona tiene no sólo a su protección económica, sino a disfrutar de los servicios que se ofertan al resto de la sociedad. Elementos como la accesibilidad al mundo físico, la existencia de barreras de comunicación y/o de movilidad muchas veces son los causantes de que este grupo no pueda participar de la dinámica social de una manera normalizada. Cuando esto ocurre la persona discapacitada pierde la posibilidad de integrarse», expone la autora del estudio.

MEJORAS
Silvia Gerster afirma que la construcción del nuevo Son Sant Joan ha permitido mejorar bastante en accesibilidad, «aunque el actual es susceptible de nuevas mejoras. No obstante "añade", me consta que la dirección del aeropuerto de Palma tiene intención de seguir optimizando las instalaciones para dar un mejor servicio de atención al cliente y, de hecho, me ha animado a seguir trabajado en este análisis como punto de referencia».

Gerster pone de relieve en su estudio que las mejoras que se han logrado en la accesibilidad hacen referencia a la deambulación, los aparcamientos, los aseos, la megafonía e indicadores. Afirma que se han eliminado los escalones únicos, que han sido sustituidos por rampas, los espacios son amplios y las columnas tienen bisel, por lo que pueden ser detectadas por los bastones.

En cambio, los suelos no son antideslizantes en ninguna de las dependencias del aeropuerto, ni en terminales ni en los aparcamientos. «Hay que tener en cuenta que la imagen que da un suelo pulido es mejor a la de uno que no lo está, en todo caso en las zonas de peligro de caída el suelo no se pulió, como en las rampas, para dar más tracción», apunta Gerster.

En cuanto a los aparcamientos, se han instalado 24 adaptados, cercanos a las puertas de acceso al edificio terminal. En este sentido, Silvia Gerster comenta que el aeropuerto no cumple la normativa que establece que se reservará una plaza por cada 33 construidas, ya que hay 6.000 normales, «sin embargo, también es cierto que nunca se utilizan todos, o sea que son suficientes por el momento y suponen un avance respecto a lo que había antes».

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