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Más de 25.000 personas mayores de Balears viven en situación de pobreza

Un informe de Sa Nostra pone de relieve los grandes déficits que padece el colectivo de personas mayores en las Islas

Miquel Alenyà (centro) y los representantes de las entidades benéficas con las que ayer firmó los convenios de proyectos solidarios. Foto: TERESA AYUGA.

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El 22 por ciento de las personas mayores de Balears viven por debajo del umbral de la pobreza. Este es uno de los indicadores que ponen de manifiesto la precaria situación en que se halla la gent gran en las Islas, con importantes déficits culturales, sociales y económicos, tal y como se recoge en un informe elaborado por la Caixa de Balears, Sa Nostra, presentado ayer por Miquel Alenyà, director de l'Obra Social i Cultural de la entidad.

Alenyà hizo referencia a este informe en la firma de convenios de personas mayores con cuatro entidades benéficas, dentro de la IV Convocatoria de Ajuts per a Projectes Solidaris, a los que este año se destinan 11.750.000 pesetas.

Miquel Alenyà destacó la importancia numérica de este colectivo, que en Balears asciende a 115.000 personas, de las que más de un 14 por ciento están en torno a los 65 años, y que a su vez representa el 15 por ciento de la población total. «Por lo tanto, estamos ante una realidad nueva, ya que nunca una sociedad había tenido un número de personas mayores tan elevado como hoy en día, por eso se trata de un problema nuevo», apuntó Alenyà. El director de l'Obra Social i Cultural de Sa Nostra manifestó que al tiempo que este colectivo crece su consideración social es menor, hasta incluso llegar a ser de marginación.

Según el informe de Sa Nostra, el principal déficit es el relacionado con la falta de habilidades sociales para generar soluciones adecuadas a la realidad actual, que sean además suficientes y viables, y estas carencias afectan al cuerpo social en su conjunto, los agentes sociales, las instituciones públicas, las organizaciones privadas, etc. En cuanto a los déficits inmateriales, el estudio destaca la falta de profesionales de atención gerontológica y de apoyo familiar a la gent gran y, además, están mal remuneradas y no reconocidas socialmente. Por último, revela que los recursos económicos, materiales y personas que se dedican a la prestación de servicios de asistencia sanitaria a las personas mayores también son ajustados.

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