He aquí, ante los ojos del lector, un pedazo de nuestra historia. A los pies del antiguo castillo-palacio, el solar del actual «Hort del Rei», ocupado por un teatro y un antiguo y personalísimo hotel, constituía un complejo que perduró muchos años adelantado a su época. Obra de Gaspar Bennássar, estos dos símbolos de la ciudad estaban aquel día de 1956 atestados de mallorquines que pretendían disfrutar del trabajo de David Niven y Mario Moreno a las órdenes de Michael Anderson en «La vuelta al mundo en 80 días». Los destacados empresarios locales José Tous Barberán y Pepe Roses, que compartían propiedad y explotación del Teatro Lírico "que era también cine", se alegraban del éxito de taquilla de aquellos días. Don Juan Pensabene hizo también una importante inversión, adquirió el inmueble en el que se ubicaba el Círculo de Bellas Artes y lo transformó en el Gran Hotel Alhambra, importante industria de hostelería y parada constante de los remolques de los tranvías eléctricos que tomaban resuello para seguir su camino hacia Cort. La demolición en el año 65 de ese complejo lúdico era signo visible de un cambio inevitable en la ciudad. El polvo del derrumbe arrastró mil fantasmas que dormían en el proscenio. Dicen que por los jardines donde pasearon reyes y virreyes deambulan las sonrisas de escotadas chicas de revista, voces de admirados cantantes de ópera, zarzuela y de la canción del Mediterráneo además de carcajadas de vodevil que hacen corro alrededor del monumento de Calder.
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