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Editorial

Un viaje sin vuelta atrás

A unque la nueva moneda nació el 1 de enero de este año, ayer fue el primer día en el que cotizó como divisa de los once países que integran la Unión Monetaria Europea y el primero en el que se pudieron realizar operaciones financieras en euros. El resultado de la primera jornada fue positivo, con alzas en los mercados bursátiles europeos, incluidas las plazas españolas, que también registraron importantes incrementos en sus niveles de negocio.

Pese a la existencia de preocupaciones en EE UU en un primer momento a causa del nacimiento del nuevo competidor frente al dólar, ayer se aseguraba desde la Casa Blanca que el euro beneficiará a la economía norteamericana. Realmente, todos los analistas coinciden en que frente a un primer período en el que se cotizará al alza, el euro sufrirá fluctuaciones como ya sucede con el dólar o el yen.

El proceso de adaptación de las maquinarias bursátiles y financieras ha sido enormemente complejo y ha requerido que muchas personas hayan tenido que trabajar para la puesta a punto de todo el engranaje electrónico e informático de entidades bancarias y bolsas desde antes del nacimiento de la nueva moneda.

Ahora bien, para los ciudadanos y para la cotidianeidad aún será válida la peseta hasta el 2002 y el euro se antoja como algo que está por venir necesariamente pero aún lejos en el tiempo. El proceso, en nuestro país al igual que en el resto de los once, debe hacerse de forma gradual y con tiento. Cierto es que al final acabaremos acostumbrándonos, pero mejor será que lo hagamos con tiempo y con previsión. La improvisación de la que tanto hemos usado sería una mala compañera en este viaje de la economía sin retorno y sin posibilidad alguna de vuelta atrás.

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