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Una absolución condenatoria

Las reacciones suscitadas por la sentencia del Tribunal Supremo, confirmando la del Tribunal Superior de Balears, considerando al ex presidente Gabriel Cañellas culpable de un delito de cohecho pero absolviéndole al haber prescrito han sido las esperadas. Las distintas opciones políticas analizan la confirmación de la sentencia en sentido contrario. Los partidos de la oposición creen que la absolución no ha hecho otra cosa que herir, aún más, el honor del señor Cañellas, mientras que su partido defiende lo indefendible e intenta salvarle, como si no se hubieran tomado la molestia de leer la sentencia, más dura que la del tribunal balear, presentándola casi como una victoria.

Lo más sorprendente es que el Govern de Balears convocó una rueda de prensa para apoyar al ex presidente. Cuando lo oportuno hubiera sido marcar distancias respecto a una época ya superada, el portavoz del Ejecutivo, ya que su presidente hábilmente evitó comparecer para un asunto tan lamentable, intentó reconvertir la sentencia en algo positivo, afirmando incluso que el Govern se siente «satisfecho por Cañellas como persona». El silencio hubiera sido más prudente.

Y el Partido Popular, por boca de su secretario general, uno de los dirigentes más caracterizados por su fidelidad al señor Cañellas "el presidente del PP también optó por el silencio- puso al ex presidente como ejemplo y dijo las mismas obviedades en una discurso aparentemente coordinado con el del del portavoz del Govern. Por si algo faltara, Gabriel Cañellas volvió a la arrogancia y dijo cosas como que tomaría sus decisiones ahora que está libre de cargas "no de responsabilidades políticas, que se han visto agravadas" y que, en materia política, hará lo que más le convenga a él. Textual. Habrá que ver si puede y le dejan. Los hechos lo demostrarán en breve.

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