El atentado de las Torres Gemelas tuvo un componente de espectacularidad y dramatismo buscado para marcar a toda una generación a nivel planetario. Visualmente poderoso, fue el ejemplo de que la realidad puede superar cualquier cosa, y muchos artistas de todos los ámbitos han pivotado alrededor de aquel día en sus creaciones e inquietudes.
El cine, los documentales, la literatura, el teatro o incluso la música. El terror traspasa todas las fronteras y el 11-S dejó una huella que, lejos de querer borrarse, ha marcado a un sinfín de autores que, como cualquiera de nosotros, vieron caer las Torres dejando una marca en su interior.
Si ha habido un género que se ha nutrido enormemente del 11-S ese es el documental. Aunque las teorías de la conspiración existen desde siempre y tuvieron su primer gran momento con el asesinato de Kennedy o el alunizaje del Apolo 11, sin duda el 11-S fue su renacimiento. Vídeos, artículos y filmes se suceden a toneladas sobre el fenómeno más tratados desde el ojo documentalista.
Estrenos
Solo en los últimos meses se han estrenado decenas de títulos que se suman a los polémicos Farenheit 911, de Michael Moore o el más reciente NYC Epicenters 9/11-2021, de Spike Lee que además fue criticado por dar cabida a testimonios conspiracionistas. El propio Lee señala que tiene todavía «preguntas» sobre un tema que ya trató en La última noche.
En el cine de ficción o no ficción, a su vez, muchos cineastas han puesto su mirada sobre aquella soleada mañana oscurecida por las sombras de los aviones. Oliver Stone dirigió World Trade Center sobre la historia de uno de unos policías que quedaron atrapados en las torres. El tema de los problemas para ayudar a las víctimas es tratado en la reciente Worth, con Michael Keaton a la cabeza. Y sobre las consecuencias de aquel día va The report, con Adam Driver investigando las torturas de la CIA tras el 11-S.
United 93, por otro lado, cuenta lo vivido en el cuarto avión secuestrado en los atentados y que cayó en Pennsylvania tras el intento de los rehenes de tomar el avión de manos de los terroristas evitando una catástrofe mayor y que costó la vida de los 44 ocupantes. Otras cintas como Recuérdame, En algún lugar de la memoria, La noche más oscura o El francotirador también tratan el tema.
Otras producciones se vieron afectadas desde un enfoque diferente: la autocensura. Series como Friends, o cintas como Donnie Darko y Spiderman suprimieron escenas, editaron fragmentos o retrasaron su estreno para no herir sensibilidades. Cuestión que abre el debate sobre cuándo es demasiado pronto para hablar de ello.
Incluso Los Simpsons se vieron afectados eliminando durante años su magnífico capítulo Homer contra la ciudad de Nueva York, en el que la trama se desarrollaba en el World Trade Center.
En literatura también hubo disputa. Cuando Jay McInerney publicó en 2006 The good life recibió una sarta de críticas lideradas por el también escritor Normal Mailer, quien le reprochó no haber esperado diez años. La lista de autores norteamericanos en escribir sobre este triste episodio es larguísima, desde John Updike, Philip Roth, Paul Auster y Stephen King.
De nuestro país hay unos cuantos también, como la catalana Núria Busquet (Zona Zero, LaBreu Edicions, 2019) o la célebre pareja de escritores formada por Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina, quienes hablaron de ello al cabo de tres días del 11-S con los lectores de El País.
El 11 de septiembre pervive en el imaginario colectivo como uno de los sucesos más traumáticos y visualmente más potentes que marca el verdadero inicio del siglo XXI. La música, obviamente, no podía permanecer ajena a esta telaraña de emociones, y encontramos ejemplos desde pequeñas referencias como Empire State of Mind de Alicia Keys y Jay-Z, a álbumes enteros dedicados al evento como The rising del incombustible Bruce Springsteen.
Pero la influencia de aquel día va más allá de algunos acordes, y es que Gerard Way fundó My Chemical Romance como respuesta «terapéutica» al lo que supuso para él el atentado y el primer sencillo del grupo, Skylines And Turnstiles, fue compuesto en honor al 11-S. Un poco de Mallorca también se desvaneció aquel día, pues el tapiz de Miró datado en 1974 se perdió para siempre.