Nueva Zelanda se nutre como tantos otros países del mundo del turismo como una de sus principales fuentes de riqueza. Ante el daño que la actual crisis del coronavirus causará a este sector específico a nivel internacional, los políticos y empresarios indagan fórmulas para conseguir el mal menor a sus economías. En este contexto la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, ha compartido una propuesta que puede ser clave en la recuperación: reducir la semana laboral, de los cinco días actuales a cuatro.
Aunque a simple vista pueda parecer contradictorio, para la premier trabajar menos días a la semana puede ayudar a recuperar el consumo interno, y con ello alcanzar una salida más rápida de la crisis económica causada por la COVID-19.
Según ha anunciado recientemente, esta reducción podría ayudar además a las familias a conciliar sus tiempos de trabajo con la convivencia familiar.
También permitiría un mayor gasto en el turismo interno del país, ya que los neozelandeses podrían dedicar más tiempo a recorrerlo, o pasar un fin de semana largo en algún destino relativamente cercano.
Con todo, Ardern ha instado a los empresarios a explorar esta opción, que puede articularse de diferentes formas, por ejemplo tener más días festivos repartidos por todo el calendario, o bien semanas laborales más reducidas.