Las relaciones entre Australia y China atraviesan uno de sus peores momentos tras la amenaza de Pekín de boicotear sus exportaciones y el turismo al país oceánico por haber propuesto una investigación sobre el origen de la COVID-19.
«Australia continuará tomando esta línea de acción que es sumamente razonable y sensata. Este virus se ha cobrado más de 200.000 vidas en todo el mundo, ha cerrado la economía global, las implicaciones y los impactos son extraordinarios», declaró este miércoles el primer ministro australiano, Scott Morrison.
La semana pasada, el Gobierno de la coalición Liberal-Nacional impulsó una investigación transparente sobre el origen del nuevo coronavirus, que según los expertos se originó en la ciudad china de Wuhan.
La propuesta, que también quiere ahondar sobre la gestión y el intercambio de información acerca de la COVID-19, enfureció a Pekín, que considera que la investigación propuesta tiene motivaciones políticas y está al servicio de un sector de la política estadounidense.
Australia, un fuerte aliado de Washington, propuso esta investigación poco después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazara con «consecuencias» para China si se demostraba que ha sido «deliberadamente responsable»de haber causado la pandemia de COVID-19.
Las relaciones bilaterales entre Asutralia y China empeoraron cuando el embajador chino en Camberra, Cheng Jingye, sugirió un posible boicot chino a los productos australianos como carnes y vinos, así como sus servicios.
Además, la sugerencia de un boicot llega en un momento en el que se han denunciado en Australia varias agresiones a las personas de origen chino o asiático.
En una entrevista publicada el lunes en el diario Australian Financial Review, Cheng avisó de que, si las tensiones aumentaban, «los turistas podrían tener dudas. Tal vez los padres de los estudiantes también dudarían de, si este lugar que no es tan acogedor e incluso es hostil, es el mejor para enviar a sus hijos».
El jefe de la oficina del Tesoro, Josh Frydenberg, respondió al embajador chino asegurando el miércoles a la cadena local Sky News que su país «no se doblegará a una extorsión económica, seguirá defendiendo el interés nacional australiano y no negociará resultados sanitarios por resultados económicos».
China es el principal socio comercial de Australia, cuyo intercambio bilateral fue de 235.000 millones AUD (153.591 millones de dólares estadounidenses o 141.615 millones de euros) en el año financiero 2018-19, lo que representa un incremento del 20,5 % con respecto al período anterior.
Sin embargo, las relaciones entre ambos países se han deteriorado por cuestiones como la militarización del gigante asiático o la aprobación en Australia de leyes contra la injerencia extranjera y el espionaje extranjero, tras destaparse casos de donaciones chinas a políticos y de ciberataques a organismos del Estado y universidades, atribuidos a China.