Victoire Ingabire ha estado estrechamente ligada a Mallorca. De hecho la decisión de volver a Ruanda, consciente de que se jugaba la vida, la tomó en la Isla tras largas horas de meditación en la capilla de la Fundació s'Olivar, donde ella y su familia han permanecido en diferentes ocasiones.
La Fundació que preside Juan Carrero ha estado implicada de una manera muy activa en el conflicto de Ruanda desde 1996, cuando se iniciaron las matanzas de los extremistas hutus contra los tutsis del interior. Sus llamadas al diálogo y a la no violencia, sus apelaciones a la mediación internacional, y los ayunos de solidaridad coordinados con activistas de toda Europa, junto con la querella criminal en la Audiencia Nacional, han supuesto una presión importante para el régimen del presidente Paul Kagane.
Juan Carrero se mostraba este sábado muy feliz por la liberación de Victorire, aunque hizo alguna apreciación. «Se trata de un acto de generosidad aparente por los problemas de la élite que gobierna Ruanda. Y es que nueve colaboradores de Victoire siguen en prisión, un tipo de prisión incluso más dura que la padecida por ella. Por lo tanto, hay que seguir luchando por el fin de la mortandad y la injusticia del régimen de Paul Kagame».
-¿A qué atribuye el éxito de la liberación?
- A la presión internacional, y especialmente la que hemos ejercido desde Mallorca. Hay mucha gente de aquí que ha trabajado para conseguir esta noticia. La eurodiputada Rosa Estaràs viajó con una delegación parlamentaria de Bruselas a Ruanda hace dos años. Se metió en la boca del lobo. No le dejaron ver a Victorire, pero luchó por ella allí mismo. También hay que mencionar al senador Pere Sampol, al Fons Mallorquí de Solidaritat... A muchísimas gente. A todos ellos, nuestro agradecimiento.
-¿Y el papel de la Iglesia?
- Hay un elemento interesante: la posible presión del papa Francisco. Dos veces su amigo personal Adolfo Pérez Esquivel le ha entregado en mano dos cartas nuestras con informaciones claves. Pero lo que nos extrañó y dolió mucho es que recibiese en el Vaticano a Paul Kagame. Sospecho que el Vaticano está actuando de un modo semejante al que actuó frente al nazismo, es decir, salvar a todas las víctimas posibles sin enfrentamientos frontales con Hitler. Esta liberación de unos 2140 presos podría ser la contrapartida obtenida por Francisco a cambio de haber recibido con honores a semejante genocida. Hay que pensar que la Iglesia ruandesa está jugando un papel de oposición parecido al que jugó la española frente a una dictadura, la franquista, que aplastaba cualquier intento de articulación social y política.
-¿Qué pasará ahora?
-Hay que seguir luchando por la paz y la reconciliación, y también hay que hacer una llamada de atención. Lo que sucede en Ruanda me recuerda a la liberación de los pueblos de Sudamérica. No tendría que suceder lo que pasó con el obispo Hélder Cámara, de la Iglesia de los Pobres: él era respetado, pero asesinaban a sus seguidores.