Japón ha ejecutado este viernes al exlíder de la secta japonesa 'Verdad Suprema', Shoko Asahara, y a otros seis miembros, implicados en un ataque con gas sarín en el metro de Tokio en 1995.
La secta, que mezclaba la meditación budista e hindú con enseñanzas apocalípticas, llevó a cabo una serie de crímenes, entre otros uno con gas sarín en el metro de Tokio durante la hora punta en marzo de 1995.
El sarín es un gas nervioso que fue originalmente desarrollado por los nazis. En el ataque murieron 13 personas y al menos 5.800 resultaron heridas, algunas de forma permanente.
Chizou Matsumoto, el exlíder de la secta que también era conocido como Shoko Asahara, ha sido el primero en ser ahorcado. El ministerio de Justicia japonés ha confirmado la ejecución de los siete miembros.
«Pienso que está bien que hayan sido ejecutados», ha señalado Shizue Takahashi, cuyo esposo era un trabajador del metro que sacó un paquete de sarín del tren y murió como resultado.
Las ejecuciones no son comunes en Japón, pero según las encuestas la mayoría de la gente apoya la sentencia de muerte. Por su parte Amnistía Internacional ha señalado que la justicia exige rendición de cuentas, pero también respeto por los derechos civiles.
«La pena de muerte nunca puede ofrecer esto, ya que es la última denegación de los Derechos Humanos», ha manifestado el investigador de AI de Asia Oriental, Hiroka Shoji.