«No quiero morir, por favor no me dejen morir». Éstas fueron las últimas palabras del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, fallecido el martes a los 58 años de un cáncer en Caracas, según ha revelado el general José Ornella, jefe de la guardia presidencial, al diario argentino La Nación. «No podía hablar, pero lo dijo con los labios», ha señalado el alto oficial. Según su relato, el comandante venezolano «sufrió bastante. Nosotros que estábamos al lado vimos que sufrió mucho esa enfermedad. Y bueno, la historia la escribiremos y algún día el médico escribirá», añadió.
El cuerpo del difunto presidente de Venezuela, Hugo Chávez, será embalsamado para que quede expuesto «eternamente» al pueblo, que podrá acudir a despedirse de su ‘comandante' durante siete días más al Museo Histórico Militar de Caracas, adonde serán trasladados los restos «por el momento».
Así lo ha anunciado el presidente interino, Nicolás Maduro, en un discurso a la nación en el que también ha informado de que, tras el funeral de este viernes, los venezolanos podrán acudir «por lo menos» siete días más a dar el último adiós a Chávez.
Una semana más
Inicialmente, la capilla ardiente -instalada en la Academia Militar- iba a quedar cerrada este viernes, día para el que están convocados los funerales de Estado. Sin embargo, el Gobierno ha optado por permitir una semana más de presencia ciudadana en el «Museo de la Revolución».
El Gobierno ya había advertido de que, con el actual calendario de actos, no habría tiempo a que las decenas de miles de personas que hacen cola desde el miércoles por la noche pudiesen acceder a la Academia Militar, donde tendrán lugar los funerales. Y es que más de dos millones de venezolanos se han movilizado en todo el país para el funeral de Chávez, según informó el Gobierno de ese país, que reconoció que va a ser «matemáticamente imposible» que todas las personas que aguardan desde hace horas para verlo consigan hacerlo, de ahí la prórroga.
Decenas de miles de simpatizantes de Chávez han esperado durante horas para entrar en la capilla ardiente instalada en la Academia Militar de Caracas. Las colas han llegado a superar los tres kilómetros y se registraron escenas de dolor, desmayos, pero sobre todo, fuertes tensiones ante el ataúd después de esperar horas para poder ver a su ‘comandante'.