El disidente chino y Premio Sajarov del Parlamento Europeo Hu Jia fue liberado ayer tras cumplir una condena de tres años y medio de cárcel, y se encuentra con la familia, escribió ayer su esposa, Zeng Jinyan, en la red social Twitter. Hu llegó a casa a las 02.30 de la madrugada tranquilo y muy feliz. Ahora «necesita descansar y estar con la familia», manifestó Zeng, que no había querido hacer declaraciones hasta que su marido estuviera libre y pudiera anunciarlo.
Los medios oficiales chinos no de hicieron eco de la liberación de Hu, de 37 años y enfermo de hepatitis B, dolencia agravada durante su estancia en la prisión, según su esposa. Hu fue condenado a tres años y medio de cárcel en 2008 por «subvertir el poder del Estado» (veredicto habitual contra los disidentes políticos en China) por escribir varios artículos condenando la situación de los derechos humanos, de los enfermos de sida y del medio ambiente en su país. Esas denuncias le valieron el Premio Sajarov.
El activista, defensor sobre todo de los afectados por el sida en los escándalos de venta de sangre que sacudieron China y aún no reconocidos, y también candidato al Nobel de la Paz en 2008, fue condenado en abril de 2008 antes de la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín, pero había sido arrestado en diciembre de 2007.
La esposa de Hu, bloguera de 27 años, considerada en 2007 por la revista Time una de las «100 personas más influyentes del mundo», había viajado a Pekín hace una semana desde la ciudad suroriental de Shenzhen tras ser avisada de la liberación de su esposo.
El viernes, indicó, había sido advertida de que Hu no podría hacer vida «normal» y no creía que pudiera hacer declaraciones una vez liberado, condición que parece haber sido pactada con los otros disidentes liberados en los últimos días, como el artista Ai Weiwei y miembros de su entorno.
Zeng, también activista de los derechos humanos, que desde antes de la detención de su marido sufrió acoso policial igual que la hija de ambos, agradeció en Twitter a todos el interés mostrado.
Este mismo mes, Zeng denunció que el propietario de la vivienda familiar no quería renovar el contrato por las presiones que había recibido. Las organizaciones no gubernamentales Human Rights Watch y Chinese Human Rights Defenders habían pedido en diversas ocasiones la liberación condicional de Hu por razones de salud, lo que fue rechazado alegando que «no está grave», «es desobediente» y «no se calla», en palabras de su esposa.