Los líderes de la UE enviarán el próximo viernes un mensaje claro de apoyo a los países árabes que opten por el camino de la democracia, y reafirmarán su intención de mantener una línea dura con los gobernantes de países como Siria y Libia que desoyen a los ciudadanos. Pero el principal problema será la división en el seno de la OTAN por los ataques en Libia.
Y es que el ministro italiano de Exteriores, Franco Frattini, pidió ayer una «suspensión inmediata de las hostilidades» en Libia para «crear corredores humanitarios que puedan ayudar a la población». El titular de Exteriores subrayó que esa interrupción de las hostilidades permitiría el acceso a localidades aisladas de Libia, en las que la situación humanitaria es «dramática, como sucede en las inmediaciones de Misrata o en la misma Trípoli».
Subrayó que en estos momentos es «fundamental» que «cesen las acciones armadas» para proporcionar «ayuda inmediata» a la población. Francia rápidamente reaccionó para oponerse a la petición italiana de frenar los combates en Libia, al considerar que parar las operaciones podría permitir al líder libio, Muamar al Gadafi, ganar tiempo y organizarse. «La coalición y los países reunidos en el grupo de contacto de Abu Dhabi hace dos semanas se mostraron unánimes en la estrategia: hace falta intensificar la presión sobre Gadafi», indicó el Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado.