La Guardia Revolucionaria iraní, cuerpo militar de élite y emblema ideológico de la República Islámica, sufrió ayer uno de los ataques más espectaculares e inesperados desde su nacimiento, en 1979. Dos atentados suicidas en la región de Pishin, en la frontera con Pakistán, perpetrados por un grupo armado suní, acabaron con la vida de al menos 35 personas, entre ellas seis altos mandos de la Guardia, herido a más de una veintena y desencadenado un cruce de acusaciones y desmentidos a nivel internacional que amenaza con ensombrecer la reunión de hoy en Viena sobre el programa nuclear de Teherán.
Los ataques, perpetrados en la provincia de Sistán y Baluchistán, en la frontera con Pakistán, son el resultado de la tensión registrada entre el Gobierno central chií y la minoría baluche, de confesión mayoritariamente suní, a la que el principal grupo armado de la zona y autoproclamado responsable de los atentados, Jundalá (Los Soldados de Dios), afirma representar. Según Teherán, esta guerrilla recibe financiación económica y armamento de Estados Unidos y del Reino Unido a través de Pakistán, algo que tanto Washington como Londres han negado en repetidas ocasiones.
Conferencia de Solidaridad
Para aliviar la tensión en la zona, los oficiales de la Guardia habían decidido asistir ayer a la Conferencia de Solidaridad entre Suníes y Chiíes en la ciudad de Sarbaz. Nada más llegar el primer convoy, los comandantes de la Guardia decidieron mezclarse con los residentes antes de asistir a la reunión. «Se acercaron a algunas personas que estaban haciendo cestas, y entonces tuvo lugar el primer ataque», declaró un testigo.
En ese momento, un individuo disfrazado de militar hizo detonar el cinturón de explosivos que llevaba, acabando con la vida del jefe adjunto de las fuerzas de Tierra, general Nur Alí Shustari, y del responsable de la Guardia para la provincia de Sistán y Baluchistán, general Rajab Alí Mohamadzadeh, así como con la de «varios civiles y líderes tribales» que esperaban a la puerta de la mezquita donde tenía previsto celebrarse la reunión.
De camino al lugar se encontraba un segundo convoy, también con oficiales de la Guardia a bordo, que también fue «atacado con una bomba», según los medios oficiales, que se limitaron a informar de que el incidente «causó muertos y heridos», sin dar más detalles.