El presidente afgano, Hamid Karzai, podría rechazar la evaluación sobre el presunto fraude masivo cometido en las elecciones presidenciales afganas que está realizando la Comisión Electoral de Quejas (ECC), cuya independencia está siendo seriamente cuestionada tanto por el equipo del presidente como por sus simpatizantes, quienes ven «injerencia extranjera» en un procedimiento que podría arrebatar a Karzai el triunfo en la primera vuelta.
La ECC se encuentra ahora mismo validando una cuarta parte de los votos depositados el pasado mes de agosto en los comicios presidenciales en Afganistán, papeletas sospechosas de haber sido introducidas en las urnas por medios ilegales.
Si la Comisión decidiera anular estos votos, el presidente afgano perdería, casi con toda probabilidad, el actual 55% que le concedería la victoria directa frente a su rival, el ex ministro de Exteriores Abdulá Abdulá.
Dictados internacionales
Ante esta perspectiva, el jefe de campaña de Karzai, Maeen Mirstyal, ha acusado a la comisión, respaldada por la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA), de estar sometida a los dictados de la comunidad internacional.
La UNAMA se ha convertido en protagonista de las elecciones tras las declaraciones realizadas el mes pasado por el antiguo segundo máximo responsable de la misión, el diplomático estadounidense Peter Galbraith, quien denunció que la misión de Naciones Unidas había ignorado deliberadamente las evidencias de fraude, lo que motivó una contundente respuesta por parte del jefe de la UNAMA, el noruego Kai Eide, quien desmintió categóricamente las acusaciones de su antiguo subordinado, si bien reconoció la existencia de un «amplio fraude en los comicios».
Desmentido
De igual modo, los observadores de Naciones Unidas desmienten categóricamente que hayan influido de alguna forma en el proceso de recuento y validación.
Mientras tanto, miles de partidarios de Karzai organizaron una protesta masiva la pasada semana denunciando «interferencia extranjera» en el recuento y advirtiendo de las gravísimas consecuencias para la población civil que implicaría una segunda vuelta, dada la amenaza talibán que pesa sobre el electorado.