El Ejército de Estados Unidos anunció ayer que está investigando las acusaciones de la policía iraquí en las que sus soldados mataron a tiros a 11 miembros de una familia en su casa la semana pasada. Los soldados afirmaron que mataron a cuatro personas, incluyendo a un militante.
La investigación comenzó un día después de que una revista publicara las acusaciones de que marines estadounidenses mataron a 15 civiles el año pasado en otra ciudad, sobre la que se inició una pesquisa criminal la última semana.
La revista «Time» publicó relatos de ciudadanos diciendo que los soldados se alborotaron después de que un marine murió en noviembre por una bomba colocada al lado de un camino en Haditha, al oeste de Bagdad.
Los testigos rechazaron el informe original de Estados Unidos sobre que las 15 víctimas murieron en la explosión. «Los vi dispararle a mi abuelo, primero en el pecho y luego en la cabeza», afirmó un niño.«Luego mataron a mi abuelita». En uno de los mayores ataques contra fuerzas iraquíes, los insurgentes invadieron el martes el cuartel central de policía y otro edificio estatal en el pueblo de Miqdadiya, a 80 kilómetros al noreste de Bagdad, matando al menos a 22 personas, en su mayoría oficiales.
El ejército estadounidense expuso que estaba investigando las discrepancias entre los informes de la policía y las fuerzas norteamericanas sobre un incidente el miércoles en el pueblo de Ishaqi, al norte de Bagdad.
La policía acusó a los soldados estadounidenses de matar a tiros a 11 personas, incluyendo a cinco niños, mientras el ejército dice que mataron a cuatro en total.
«Debido a esta discrepancia, hemos abierto una investigación», sostuvo el teniente coronel Barry Johnson, un importante portavoz estadounidense en Bagdad.
El coronel de la policía local Farouq Hussein dijo que las autopsias habían determinado que todas las víctimas recibieron disparos en la cabeza. «Es un crimen claro y perfecto sin ninguna duda», agregó.
También murieron diez supuestos insurgentes árabes sunitas, pero los atacantes liberaron a 33 prisioneros, afirmó una fuente del Ministerio del Interior, agregando que 15 policías y nueve civiles fallecieron.
Una fuente de la policía estableció el número de muertos en 18 policías, cuatro civiles y un hombre armado. El gobernador de la provincia de Diyala arrestó al jefe de la policía y a otros oficiales.