La insurgencia prosiguió ayer su campaña de violencia y mató al menos a 34 personas en Irak. El último y más sangriento ataque ocurrió hacia las 19.10 hora local cuando un coche bomba estalló en un mercado del sureste de Bagdad y segó la vida de al menos 30 personas, mientras que alrededor de 40 resultaron heridas.
El atentado suicida, tuvo lugar en el mercado del barrio Al Nahrawan (a unos 20 kilómetros del centro de la capital), cuya población es en su mayoría chií, comunidad que ha sufrido numerosos ataques en los últimos tres años.
Fuentes del hospital Al Kindy, en Bagdad, afirmaron que entre las víctimas hay niños y mujeres y no descartaron que el número de los muertos aumente aún más debido a que varios de los heridos están graves.
El presunto líder de Al Qaeda en Irak, Abu Musab al Zarqaui, amenazó esta semana, en un mensaje divulgado por internet, con atacar a los miembros de esa comunidad, a los que acusa de colaborar con las fuerzas de la «ocupación» estadounidense.
El grupo de Al Zarqaui ha asumido la autoría de la nueva campaña de ataques, desencadenada hace tres días en el país y que ha costado la vida de más de 250 iraquíes, muchos de ellos chiíes.Por la mañana, otro coche bomba estalló al paso de una patrulla del Ejército iraquí en el centro de Baquba, en el llamado «triángulo suní, y causó la muerte a dos civiles y heridas a otras 16 personas, incluidos tres soldados. El ataque en Baquba fue seguido por otro en Bagdad, en el que dos camioneros sudaneses perdieron la vida al ser tiroteados por un grupo de hombres armados.