La mayoría chií y kurda del Parlamento iraquí dio por terminada ayer la redacción del borrador de nueva Constitución consensuado sin el apoyo de los suníes, quienes han rechazado el texto y pedido la intervención internacional para resolver las diferencias entre las tres comunidades principales de Irak.
Tras la firma del borrador por chiíes y kurdos en una sesión de la Asamblea Nacional, en la que no se sometió a votación el texto, los 15 miembros suníes que participaron en la redacción rechazaron el documento y pidieron la intervención de Naciones Unidas y la Liga Arabe para que medien en las discrepancias entre las principales comunidades del país y «ayuden a que otro texto pueda salir adelante».
El presidente del comité redactor, el dirigente chií Humam Hamudi, consideró en cambio que la Constitución «garantiza libertades e iguala a todos, hombres y mujeres y distintos grupos étnicos y respeta las ideologías de esta nación y la religión de esta sociedad».
Pero Mohamed Abed Rabu, un miembro suní del comité de redacción, explicó que su grupo se negó a aceptar el proyecto «porque los puntos de desacuerdo no fueron enmendados» hasta el punto de satisfacerles. Otro negociador suní, Fajr al Qaisi, explicó que su equipo rechaza también el proyecto debido a que el texto alude al Islam como «una fuente principal» de derecho y no como la fuente principal para legislar.
Los puntos contenciosos principales son si Irak debe ser un Estado federal o bien un estado descentralizado con mayores poderes para las autoridades provinciales; cómo distribuir la riqueza petrolera; si Irak se identificará como nación árabe o nación islámica y las alusiones al partido Baaz del ex dictador Sadam Husein.