El neogaullista Jacques Chirac fue reelegido ayer presidente de Francia al arrasar al ultraderechista Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, convertidas en un plebiscito contra la extrema derecha. La izquierda, ausente del duelo final por el Elíseo, se felicitó al unísono de este triunfo de «la democracia» y de la República, y recordó a Chirac que la verdadera batalla serán las elecciones legislativas de los próximos 9 y 16 de junio.
Con un 78 por ciento de los votos escrutados, el hombre que preside Francia desde 1995 y que ahora estrenará el mandato quinquenal recibió el 81'51 por ciento de los sufragios. El líder del ultraderechista Frente Nacional sólo obtuvo el 18'49 por ciento.
Aunque ha mejorado su resultado de la primera vuelta (16'86 por ciento) e incluso los apoyos combinados que él y el también ultraderechista Bruno Mégret recibieron entonces, la cota de Le Pen de ayer está muy lejos del 30 por ciento que, unas horas antes, había indicado que sería para él una «gran decepción». Ahora, las elecciones legislativas pueden dar a la ultraderecha la opción de tener una amplia representación en el Parlamento francés.
La abstención, según cifras provisionales, no llegó al 19 por ciento. En la primera vuelta había sido de un histórico 28'4. Es decir la participación se situó en el 81'07%, 23 puntos más que la registrada en la primera vuelta.
Una de las paradojas de la elección de ayer es que Chirac se ha apuntado la mayor victoria de la historia de la V República, después de haber conseguido el voto más bajo (un 19'88 por ciento) de un presidente saliente en la primera ronda. También, que debe su reelección principalmente a la izquierda, su adversaria tradicional.