Las gestiones del Gobierno argentino en busca de una urgente ayuda financiera chocaron ayer con la postura de los países ricos, que lejos de enviar un apoyo a ese país, insistieron en que primero se apliquen las reformas. Poco después de que se reuniese el ministro argentino de Economía, Jorge Remes Lenicov, con el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Horst Koehler, el Grupo de los Siete países más industrializados (G7) recordaba al Ejecutivo de Eduardo Duhalde que es preciso que ponga en práctica las reformas que ha pactado. La crisis argentina y las manifestaciones antigloballización marcaron ayer la reunión.
El ministro español de Economía, Rodrigo Rato, dijo que el G7 y la Unión Europea (UE) dieron «un claro apoyo» a que Argentina cumpla las políticas fiscales, cambie una serie de leyes y aplique la transparencia en los mercados monetarios. «Las reformas del marco fiscal que acompañan a las provincias, el establecimiento de un ancla monetaria y la mejora de las leyes de quiebras y de subversión económica ayudarán a restaurar la inversión y el crecimiento, al aumentar los niveles de vida de los argentinos», señala el G7 en el comunicado final de la reunión.
El Grupo de los Siete " EE UU, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido" reconoció que la situación en Argentina supone «una seria preocupación» y que apoya la colaboración de ese país con el FMI, una constante en sus últimos comunicados. A estas discusiones del G7 se unió el director del FMI, quien aseguró que quiere ayudar a Argentina, pero también avisó que el ajuste al que se deberá comprometer el Gobierno de Duhalde provocará decisiones duras y posiblemente despidos. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, principal accionista del FMI, expresó en una rueda de prensa posterior que Argentina debe cumplir con los acuerdos pactados con el Fondo e insistió en que las reformas son «pasos necesarios no para el apoyo de EE UU, del G7 o del FMI, sino de la población argentina».