La abstención y el voto contestatario pueden ser los grandes protagonistas de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas hoy en la que concurren 16 candidatos, un número récord. Ayer, día de reflexión, la ley imponía el silencio a los aspirantes y a los sondeos, para dar a los más de 40 millones de franceses llamados a las urnas un espacio de serenidad para decidirse, tras una campaña oficial de dos semanas, que ha dejado a un 54% del electorado «poco o nada» interesado en estos comicios.
Un panorama de desinterés y de dispersión del voto que inquieta a los dos principales contendientes, el neogaullista Jacques Chirac y el socialista Lionell Jospin, en la pugna por el Elíseo, que se decidirá en la segunda vuelta del próximo 5 de mayo, cuyo desenlace es hoy por hoy de lo más incierto. En los últimos días, el presidente-candidato Chirac y el primer ministro saliente y aspirante Jospin, que entre los dos no atraen siquiera un 40% de las intenciones de voto en los sondeos para hoy, han llamado a la movilización general.
Son conscientes de que, si se cumplen los pronósticos y superan la criba del domingo, un resultado inferior al 20% dificultará sus respectivos esfuerzos por crear una dinámica para la segunda vuelta, y se dirá del ganador del 5 de mayo que ha sido «mal elegido» y no habrá sabido suscitar el entusiasmo. Se estima para hoy una abstención del 30%, que rebasaría con creces el récord anterior del 22'4 (1969) en la primera vuelta de las presidenciales, las elecciones preeminentes en la V República alumbrada en 1958 por Charles de Gaulle. En la primera vuelta de las últimas, en 1995, el índice de abstención fue del 21'6%.