Las autoridades israelíes superaron ayer casi todo lo superable. En esta ocasión no sólo reocupó la ciudad autónoma de Ramala por segunda vez consecutiva en represalia por el brutal atentado de Netania e miércoles, que causó 22 muertos, sino que ha osado penetrar en el complejo de oficinas de Yaser Arafat, en el que ocupó siete edificios y disparó contra el lugar en el que se encontraba el presidente palestino. Al menos nueve palestinos y nueve israelíes han muerto en las últimas 24 horas. El número de heridos supera el medio centenar entre los palestinos y la treintena israelíes.
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, anunció que su Gobierno considera a partir de ahora al presidente de la Autoridad Palestina, Yaser Arafat, como un «enemigo que debe ser aislado». «Frente a la escalada del terrorismo palestino, hemos dado luz verde al Ejército y a nuestras fuerzas que se encuentran ya en la 'Mukata' (cuartel general de Arafat) donde proseguirán sus acciones hasta su término», aseguró Sharon, tras señalar que la ofensiva durará semanas. «Actuaremos para destruir al terrorismo en todos sus aspectos», subrayó, tras confirmar la llamada a filas de parte de sus reservistas.
Además, se decidió invadir por tiempo indefinido las zonas de Cisjordania y Gaza bajo control de la Autoridad Palestina «para erradicar el terrorismo» en respuesta al atentado palestino. Fuentes militares dijeron que en los alrededores de la «Mukata», el complejo de la gobernación, hay más de 60 tanques y blindados y que fuerzas de infantería entraron en los edificios y revisan cada uno habitación por habitación. Tres de los inmuebles han sido demolidos por excavadoras israelíes y entre ellos la cárcel, dijeron las fuentes. Arafat, cuyas oficinas han sido bombardeadas por los blindados, se encuentra sano y salvo en una especie de búnker rodeado por sus fuerzas de seguridad.
«Israel quiere hacer de mí un prisionero o quiere matarme», declaró Arafat, en una entrevista telefónica con la cadena de televisión árabe Al Yasira, en la que declaró que está dispuesto a morir «como un mártir», al tiempo que reclamó la movilización internacional. Arafat aseguró que siete personas murieron en la ofensiva contra su cuartel general y acusó a Washington de haber dado luz verde a este ataque.
La toma de Ramala por las fuerzas israelíes coincidía con nuevos disturbios en la «Explanada de las Mezquitas» de Jerusalén donde se introdujo la policía israelí reprimiendo con gases lacrimógenos a decenas de palestinos. Casi al mismo tiempo, dos israelíes morían en un atentado suicida palestino, esta vez en el interior de un supermercado de Jerusalén oeste. La atacante, que también murió, era una joven de 16 años.