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La conferencia de Bonn se abre mañana para pactar el nuevo régimen en Afganistán

La ONU pretende impulsar un acuerdo para formar una nueva «administración transitoria» y desplegar fuerzas de seguridad en el país

EFE-KABUL
La ONU pretende impulsar a partir de mañana en Bonn un acuerdo para formar una nueva «administración transitoria» y desplegar fuerzas de seguridad en Afganistán, país cuyo control ahora queda repartido entre dos gobiernos. Aunque uno de estos gobiernos ya es reconocido internacionalmente, ambos son inaceptables para la comunidad internacional, por motivos muy distintos. El régimen de los talibanes, que en el sureste del país todavía se mantiene hasta cierto punto, se convirtió en un paria por dar amparo al terrorista saudí Osama bin Laden, acusado de idear los atentados contra dos embajadas estadounidenses en Africa en 1998 y también los cometidos en EE UU del pasado 11 de septiembre.

Los talibanes no contarán con representación en la conferencia de esta semana en las cercanías de Bonn y carecen del reconocimiento de cualquier país del mundo, después de que su último valedor, Pakistán, les diera la espalda la semana pasada. La Alianza del Norte, cuyo líder político, Burhanuddin Rabbani, es todavía reconocido como presidente de Afganistán por la ONU y que se ha hecho con la capital, Kabul, tras una ausencia de cinco años, tiene la desventaja de despertar la desconfianza de la etnia más importante del país, la de los pastunes.

Esta coalición antitalibán agrupa a distintas milicias y formaciones políticas de las etnias tayika, uzbeca y hazara, unidas sobre todo por su oposición a los talibanes, que son pastunes y musulmanes suníes. El reto de la ONU en la conferencia de Bonn consiste en conseguir que la Alianza del Norte, que ya se ha impuesto en la gran parte del país, acepte conceder parcelas del poder a representantes de los pastunes.

La figura clave en esta empresa es el ex rey de Afganistán, el pastún Mohamed Zahir Shah, derrocado en 1973 y que vive exiliado en Roma. A sus 87 años el ex monarca no se perfila como protagonista activo de los procesos políticos que se están poniendo en marcha, pero sí como pieza clave para que el gobierno que surja de la derrota de los talibanes no sea una repetición del régimen que se instaló en Kabul en 1992, dominado por las etnias no pastunes y que dio lugar a una guerra civil.

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