Siete palestinos murieron a manos del Ejército israelí ayer al día siguiente de que su líder, Yaser Arafat, y el ministro israelí de Asuntos Exteriores, Simón Peres, manifestaran su disposición a reunirse para tratar de alcanzar un alto el fuego. Simón Peres, informó ayer al presidente de la Polonia, Aleksander Kwasniewski, sobre los puntos de vista de Israel en relación con la crisis del Medio Oriente y las iniciativas que están en marcha para intentar poner fin al conflicto. Por su parte, Yaser Arafat, pidió ayer que el Consejo de Seguridad de la ONU arbitre un mecanismo para llevar adelante el proceso de paz con Israel, basado en las resoluciones internacionales y el principio de intercambiar «paz por territorios».
En Oriente Medio, mientras cinco palestinos murieron a manos de soldados israelíes la pasada madrugada en la aldea de Bet Iba, a las afueras de la ciudad autónoma de Naplusa, en el norte de Cisjordania, y estos miembros de las fuerzas armadas alegaron que las víctimas se disponían a colocar cargas explosivas. Por su parte, las autoridades palestinas informaron de cuatro víctimas mortales y aseguraron que «al menos tres de ellos eran civiles inocentes que habían salido en ayuda del cuarto, que en un primer momento resultó herido de gravedad por los disparos de los soldados israelíes».
El sexto palestino, Balil al-Gul, de 23 años, un oficial de los Servicios Preventivos de Seguridad de la franja de Gaza y miembro de las milicias armadas («tanzim», en árabe) del movimiento Al Fatah, murió cuando helicópteros de Israel dispararon cohetes contra el coche en el que viajaba. Pero posteriormente la radio estatal israelí informó de que, aparentemente se había producido un error, y que el Ejército de su país quiso matar en realidad a su padre, Adnán al-Gul, miembro de Hamás. El séptimo palestino que murió, un policía de 23 años, murió en Rafah, también en Gaza, por disparos de soldados israelíes.