La situación, según coincidían ayer los analistas, parece más propia del Tercer Mundo que del país más rico del planeta en el que más de 130 millones de personas están conectadas a Internet. Estados Unidos y el mundo está pendiente de cómo en Florida se cuentan los votos y de si se mantienen o varían esos más o menos 1.700 sufragios que en estos momentos separan a los candidatos y que, de confirmarse en el recuento especial ahora en curso, darían la Casa Blanca a George W. Bush.
Por el momento, todo es suspense. Florida cuenta votos con un cuidado y un rigor irreprochables. En Florida, Bush y Gore tienen ahora una diferencia de 1.785 votos que el recuento oficial ahora iniciado tendrá que confirmar o desmentir. Eso, según las autoridades electorales de Florida, no ocurrirá hasta hoy a las once de la noche hora española.
En la historia del siglo XX de este país nunca antes se había producido una situación semejante. Antes de iniciarse las votaciones, los expertos pronosticaron que podría repetirse un apretado recuento de votos como el de 1960, cuando John F. Kennedy ganó al entonces vicepresidente republicano, Richard Nixon, por sólo 119.450 votos. Pero se equivocaron. Aquello no fue nada en comparación con lo que ahora ha ocurrido. La diferencia, entre Gore y Bush es, prácticamente inexistente -menos de 2.000 votos en más de seis millones de sufragios emitidos en Florida- y, en contra de lo que ocurrió entonces, no se conocerá al ganador a media mañana del día siguiente sino, quizás, dos días después de cerradas las urnas.
En la actual elección, si no se revierten estos 1.700 votos que ahora están con Bush, podría darse la paradoja de que el candidato más votado -que hasta el momento es Gore con 48.809.906 votos pierda contra Bush quien, a pesar de tener 48.549.665 votos, si consigue Florida, obtendría la mayoría del voto electoral, que al final es el que cuenta.