Hillary Clinton logró hacer historia al convertirse en la primera esposa de un Presidente de Estados Unidos que se presenta a unas elecciones y resulta elegida senadora, en su caso por el Estado de Nueva York, algo que muchos creían imposible hasta hace poco. «Gracias desde lo más profundo por haber abierto vuestros corazones y mentes», afirmó Hillary, de 53 años, al proclamar su victoria sobre el congresista republicano Rick Lazio en la campaña senatorial más cara y polémica de todas las elecciones del 2000.
Acompañada por el presidente Bill Clinton -que se mantuvo siempre en segundo plano-, su hija Chelsea, y todo el liderazgo del Partido Demócrata en Nueva York, una Hillary Clinton emocionada y con un vestido azul celeste afirmó que su victoria era una muestra de que el trabajo y las ideas todavía importan. «¡Qué afortunados somos de poder vivir en el Estado más diverso, dinámico y bello de toda la Unión!», dijo la nueva senadora que, según los cálculos de las cadenas de televisión, ganó con el 53 por ciento de los votos emitidos frente al 43 por ciento que consiguió Lazio.
Hillary sólo dedicó breves palabras de agradecimiento a su esposo, que le causó durante su matrimonio grandes humillaciones por sus variadas relaciones extra matrimoniales, la última conocida con una ex becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky. Pero Bill Clinton protagonizó en los últimos días de campaña protagonizó varios de sus actos electorales en demanda del voto de hispanos y negros, comunidades neoyorquinas que normalmente votan masivamente por los demócratas.
La elección de Hillary, que tendrá un mandato de seis años en el Senado, una de las instituciones más prestigiosas de EEUU, supone sobre todo una reivindicación personal, al haber sido capaz de escapar a la sombra de su esposo, a quien ha seguido durante un cuarto de siglo< Algunos creen, además, que su victoria puede entenderse como una continuación del «legado de Bill Clinton», y hay analistas que ya apuntan a que Hillary podría aspirar a la presidencia en el 2004.