Helmut Kohl, que de momento sigue siendo diputado, renunció ayer al último cargo que ocupaba en el partido que lideró durante 25 años y que «es y seguirá siendo» su «patria política». Horas antes de que Kohl abandonara, la cúpula de la CDU había tomado la «muy difícil decisión» de pedirle que renunciara a ejercer su cargo de presidente honorífico mientras se obstinara en no cooperar en la investigación sobre el escándalo financiero.
La resolución fue adoptada en una reunión extraordinaria dedicada a la crisis a la que no asistió Kohl y en la que no se decidió sacrificar a nadie más que al ex canciller. De esta manera se puso en evidencia el conflicto latente entre el antiguo líder y la nueva dirección de la CDU, que llevaba tiempo arrastrando y que se agudizó cuando estalló el escándalo del sistema de financiación paralela del partido durante la era Kohl.
La CDU -explicó después de la reunión su presidente, Wolfgang Schaeuble- «se lo pensó muy seriamente» antes de adoptar la resolución sobre Kohl y «a nadie le resultó fácil». «No hay ningún miembro de la presidencia -dijo Schaeuble- a quien no haya resultado extraordinariamente difícil», pedir a Kohl, que ha sido el padrino políticos de muchos de los actuales líderes, que deje de ser el presidente de honor de la CDU.
La decisión se ha tomado únicamente porque la actitud de Kohl «lo hace necesario en esta situación». Schaeuble explicó que ayer habló por teléfono con Kohl para tratar de convencerle de que cambie de actitud, pero no lo consiguió. En esa conversación, según portavoz de la CDU, Schaeuble dejó claro al ex canciller, líder de la unificación alemana, lo que iba a decidir la Presidencia.
Kohl ha reconocido que durante varios años mantuvo un sistema de cuentas no declaradas a las que canalizaba aportaciones de donantes que querían mantener el anonimato. En el comunicado en el que anuncia su renuncia, Kohl reitera que no le queda otra opción porque: «no puedo romper la promesa que hice a algunas personalidades que apoyaron financieramente mi trabajo».