Hasta el presidente Borís Yeltsin, aparentemente convencido o al menos presionado por algunos asesores para parar la guerra y dialogar con vistas a «cuidar la imagen» internacional de Rusia, tuvo que dar marcha atrás ante el supuesto «plante», añadieron.
Esta alta tensión entre las cúpulas del poder civil y militar fue lo que obligó a Yeltsin a interrumpir bruscamente sus vacaciones en la playa, de acuerdo con varias versiones sobre el «envalentonamiento» de los generales. La difusión de la agria disputa, en la que el jefe del Estado Mayor, general Anatoli Kvashnin, amenazó al Kremlin con dimitir si no enterraba su idea de una paz negociada en Chechenia, culminó una serie de declaraciones explosivas de altos jefes militares.
También coincidió con distintas versiones sobre la destitución del primer ministro, Vladímir Putin, por «excesiva dureza» tras hacer el «trabajo sucio», y con denuncias cada vez más amplias en el sentido de que el fin la guerra sólo busca la perpetuación en el poder de los actuales inquilinos del Kremlin. El diario «Moskovski Konsomóletets» tituló ayer al relatar la disputa con una pregunta: «¿Rebelión en el Estado Mayor?» Y la contestó con una frase aún más fuerte: «El Kremlin traiciona la guerra».
«Círculos próximos al Kremlin» citados por el diario revelaron que el primer y segundo jefe de la Administración del presidente, Alexandr Voloshin y Serguéi Prijodko, respectivamente, avisaron a los militares de «posibles negociaciones pronto» con el presidente de Chechenia, Aslán Masjádov. Ambos estarían preocupados por «la imagen negativa» de la guerra en Occidente, pero «inesperadamente para el Kremlin, Kvashnin se puso duro e intransigente en su decisión de no ceder ni un palmo» del terreno ganado a los guerrilleros.