El bombardeo ruso que alcanzó ayer los alrededores del palacio presidencial checheno ha causado al menos 60 muertos y más de 100 heridos, según indicó Said Selim, portavoz del presidente checheno, Aslan Maskhadov.
Ninguno de los disparos de misiles alcanzó el edificio de la presidencia chechena, pero todas sus ventanas estallaron, al igual que las de los edificios cercanos. El presidente checheno, Aslan Masjadov, no se encontraba en el interior en el momento del ataque, indicó su portavoz.
En total, cinco misiles rusos cayeron en el centro de la ciudad a las 18:15 horas locales (16:15 hora española) uno en la maternidad, otro en el mercado, donde se encontraban unas 200 personas, y el tercero cayó sobre un edificio deshabitado, a 10 metros de la sede.
Frente a la maternidad, un autobus y dos coches ardieron junto a los 27 cadáveres alineados. Una nube de humo se elevaba sobre el mercado, cerca del lugar más concurrido de la capital. El trabajo de los equipos de rescate se está viendo dificultado por la falta de luz provocada por el hecho de que Grozni se encuentre sin electricidad. Es la primera vez, desde el inicio de los bombardeos contra Chechenia, el pasado 5 de setiembre, que se dispara directamente a la presidencia chechena. Las posiciones rusas más avanzadas están situadas a unos 10 o 15 kilómetros del centro de Grozni. En Moscú, el ministerio de Defensa desmintió la versión y afirmó que las tropas federales no habían lanzado ningún misil. Pocas horas antes del ataque el Gobierno ruso puso condiciones a Grozni para una solución pacífica de la guerra de Chechenia en una declaración institucional que puedo interpretase lo mismo como una mano tendida que como un ultimátum. Analistas políticos interpretaron el lanzamiento de misiles como una forma de presión a las autoridades chechenas para que acepten las condiciones de diálogo. Precisamente ayer el ministro de Exteriores, Abel Matutes, recomendó ayer a Rusia que evite una reacción «desproporcionada» en Chechenia, tras reunirse con su colega Igor Ivanov, quien descartó una ofensiva terrestre «de gran calibre» y subrayó que el objetivo es «liquidar las bandas terroristas» sin causar víctimas civiles.