Poco después del aterrizaje de los dos primeros aviones rusos que llegan a la capital kosovar después de la guerra, un militar ruso y otro francés, el teniente general británico Mike Jackson, comandante de la KFOR y el general ruso Víctor Zhavarzhin prometieron colaborar en aras de «normalizar la vida en Kosovo». «Estamos aquí para garantizar el retorno seguro de los refugiados y una vida pacífica en Kosovo», y para que «la gente no sea expulsada de sus casas y para que no haya violencia», declaró Zhavarzhinn.
Una avanzadilla rusa de 39 hombres, 21 paracaidistas y 18 oficiales, llegó ayer a la capital kosovar con el objetivo de preparar el despliegue de los 3.600 soldados que conforman el contingente militar ruso de la KFOR.
La llegada del contingente ruso no es la única. El grueso de la dotación española que hoy desembarcará en el puerto griego de Tesalónica, está prevista para el martes de la semana que viene.
Saqueos y quema de casas y comercios serbios, amen de asesinatos de miembros de esta etnia es un problema generalizado al que se enfrentan ahora los miembros de la KFOR en los sectores kosovares controlados por Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Alemania.
También la minoría gitana afirma ser víctima de la violencia y las amenazas de la mayoría albanesa, por ello, la KFOR aumentó ayer sus patrullas en un intento de frenar la tensión.
Según la Iglesia Ortodoxa Serbia, sólo quedan 80.000 serbokosovares en la provincia de los 180.000 que había antes de la llegada de las tropas de la KFOR.
En Serbia, crece el descontento entre los partidos opositores serbios tanto por la falta de acción de la KFOR para proteger a los serbios como por la actitud del gobierno yugoslavo, que resta importancia a ese problema. Al Tribunal con sede en La Haya tendrá que responder un serbokosovar no identificado que fue detenido ayer por soldados británicos de la KFOR sospechoso de estar implicado en unos 56 asesinatos de albano-kosovares.