Recibido como el héroe vencedor de la guerra, el presidente estadounidense, Bill Clinton, predicó ayer en Macedonia la paz y la reconciliación a los refugiados albano-kosovares, a quienes pidió que olviden el odio étnico. «Estamos comprometidos (...) en que toda la región construya un futuro más brillante basado en el respeto de los derechos humanos para todos los pueblos», dijo Clinton, quien celebró el final del conflicto con miles de albano-kosovares acogidos en el campamento de Stankovec I, al norte de la capital de Macedonia.
El final del conflicto de Kosovo y la retirada total de las fuerzas militares serbias, el pasado domingo, han originado algunos incidentes violentos contra la minoría serbia que vive en la provincia separatista, hechos por los que Clinton ha manifestado en varias ocasiones su inquietud. «Nadie, nunca, debe ser discriminado, maltratado o asesinado por su etnia, raza o creencia religiosa», proclamó entre las ovaciones y gritos de alegría de la multitud.
Clinton recorrió el campamento durante una hora, rodeado por el gentío, en un ambiente festivo y alegre. Allá por donde fue, Clinton fue recibido con entusiasmo, con aplausos y gritos de «Billy, Billy» y «USA, USA», coreados por adultos y niños, quienes veían en el presidente de Estados Unidos a su paladín, que cumplió la promesa que les hizo: devolverles a casa en condiciones dignas. Además los refugiados veían cómo Clinton acudía a visitarles para interesarse por su estado y hablar con ellos, a pesar de la mísera situación a la que se han visto reducidos.