Yugoslavia aceptó ayer el plan de paz para Kosovo consensuado entre Occidente y Rusia, mientras la OTAN continuó sus bombardeos y la comunidad internacional acogió la noticia con cautela, aunque esperanzada ante un próximo final del conflicto. El plan de paz, que aún debe ser aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU, donde no sólo Rusia sino también China cuentan con el derecho al veto, prevé la retirada de todas las fuerzas serbias en Kosovo y la entrada de una fuerza multinacional de paz que facilite el retorno de los refugiados.
El «movimiento por parte de la dirección serbia» es «bienvenido, por supuesto», dijo el presidente Bill Clinton, «pero basándonos en nuestra experiencia también tenemos que mantener la cautela».
De forma parecida se expresó el jefe del gobierno español, José María Aznar, quien pidió la «prudencia», ya que «aún quedan detalles que ajustar entre la OTAN y el ejército serbio y también entre la OTAN y Rusia». Sin embargo, en una declaración al margen de la cumbre de la Unión Europea (UE) en Colonia (Alemania), Aznar señaló que hoy (ayer) «es un día de esperanza».
El presidente de Francia, Jacques Chirac, dijo en Colonia que «ha nacido una verdadera esperanza de paz», después de más de diez semanas de guerra. Los líderes de los quince países miembros de la UE señalaron que «necesidad imperiosa» de que la ONU autorice la creación de una «fuerza internacional de seguridad» para Kosovo «de forma inmediata». Tras la aceptación del plan por parte de Yugoslavia, Chernomirdin viajó a Moscú, donde afirmó que «lo más importante es que hemos logrado encauzar el proceso de paz para los Balcanes en el marco jurídico de la ONU».