El presidente de la República Federal de Yugoslavia (RFY), Slobodan Milosevic, parece cada día más arrinconado por la comunidad internacional, que le exige enormes concesiones para conseguir devolver la Paz a la provincia serbia de Kosovo.
De hecho, fue Milosevic quien, en 1989, suprimió la autonomía de Kosovo, tras una serie de revueltas de los albano-kosovares contra la reforma constitucional destinada a incrementar el poder serbio. Esta provincia fue el primer blanco de una política nacionalista que contribuiría en gran medida a la división de la Yugoslavia federal.
El jefe de la Misión de Verificación en Kosovo (KVM) de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), William Walker, aseguró hoy que Milosevic «terminará por decir sí» a la convocatoria de negociaciones con los independentistas albaneses cerca de París. Diez años después, la comunidad internacional exije al «número uno» yugoslavo que reconozca a Kosovo una «autonomía sustancial» en un término de tres semanas, exigencia que se acompaña de una enorme presión diplomática y sobre todo militar.
El plan interino que el Grupo de Contacto "Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia y Rusia" quiere hacer aceptar a Belgrado y a los independentistas albano-kosovares va mucho más lejos de lo que Milosevic parece dispuesto a acordar.