«No puedo describir la repulsión que me produce esta salvajada indescriptible», dijo Walker tras inspeccionar el pueblo de Racak, el más castigado por las fuerzas serbias en su operación el viernes contra la guerrilla albano-kosovar en Stimlje, a unos 40 kilómetros al sur de Pristina. Walker aseguró que se trata de víctimas civiles, entre ellas tres mujeres y un niño, muchas de ellas con disparos en la cabeza o en la espalda efectuados desde corta distancia.
«Aunque no soy abogado, puedo decir que lo que he visto es una masacre y un crimen contra la Humanidad», dijo un Walker alterado, que exigió del régimen de Belgrado que permita al Tribunal Internacional de La Haya que juzga los crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia investigar lo sucedido «en 24 horas».
Según la versión oficial serbia, las fuerzas especiales de policía lanzaron en Stimlje una operación de captura de «terroristas» que días atrás habían atacado a una patrulla. La policía dijo que había dado muerte a «varias decenas de terroristas, entre ellos una mayoría con uniformes» pertenecientes a la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK). Walker desmintió esa versión afirmando que las víctimas eran civiles no uniformados. Dijo haber visto con sus propios ojos los cadáveres de 20 de ellos, uno decapitado.
El jefe de la misión de observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) manifestó su impresión de que sólo «personas que no dan significado alguno a una vida humana» podrían haber perpetrado la matanza de Stimlje.