En su muñeca se acumulan las pulseras, con las que recuerda vínculos familiares junto a otras de marcada significación política. Ganan por goleada las que incluyen la bandera española, incluso la confeccionada por unas monjas y que cuenta con la preceptiva bendición. Jorge Campos luce un moreno envidiable y se muestra impermeable a las críticas que abundan contra su partido en los medios de comunicación. Tiene las ideas muy claras, quizá demasiado.
Dígame una razón por la que tengo que votar a Vox y que usted sea el próximo presidente del Govern...
—Es muy sencillo. Baleares está a un paso de convertirse en la Catalunya dividida y enfrentada que es ahora; esto es lo que más importante que queremos evitar.
Es una hipótesis. Pongamos que llega a president del Govern, ¿cuál será su primera decisión cuando entre en el Consolat de Mar?
—Lo tengo claro. Derogaría toda la normativa lingüística actual, en especial la Llei de Normalització Lingüística de 1986. Es la semilla del separatismo que se promueve en la educación y permite la vulneración de las libertades individuales.
Debo recordarle que la última vez que un Govern trató de modificar este tema, con la aprobación del TIL, salieron a la calle cien mil personas para protestar...
—Lo primero, que no fueron tantas personas y, además, si creemos en la democracia, los gobernantes deben cumplir el mandato de las urnas. En aquel momento quedó claro que el PP no fue capaz de cumplir su propio programa electoral, a pesar incluso de tener mayoría absoluta en el Parlament. Desde mi punto de vista hay que cumplir los compromisos con el electorado, es un deber.
Con tanta gente en la calle seguro que también se manifestaron contra el TIL votantes del PP, como mínimo.
—Es que en el Partido Popular de Baleares también hay catalanistas.
Usted también trabajó para el Partido Popular...
—Nunca estuve afiliado al PP, sólo estuve contratado como técnico por el Ajuntament de Calvià durante la época de Carlos Delgado como alcalde y un año por el Govern con José Ramón Bauzá como presidente.
Por curiosidad, ¿el expresident José Ramón Bauzá le pidió entrar en Vox?
—Debo decir que José Ramón Bauzá nunca ha querido ser candidato nuestro.
¿En qué se diferencia un partido como Vox del Partido Popular y de Ciudadanos? Los tres están en el ámbito del centro derecha.
—Somos diferentes en todo, incluso dudo que estos partidos se puedan considerar de la derecha. Nosotros atraemos votantes de otras opciones, incluso de la izquierda. A título de ejemplo le diré que nosotros somos más claros en nuestra apuesta por la reducción de la presión fiscal. Queremos menos impuestos y menos administración pública; nosotros defendemos el cierre de chiringuitos. Además, somos los únicos que estamos en contra de la inmigración ilegal que, en definitiva, a los que más perjudica es a las capas menos favorecidas de la sociedad. En nuestras listas hay, por supuesto, inmigrantes, pero legales, nacionalizados. Los ilegales, en muchos casos, reciben ayudas sociales de manera injusta. Que quede claro que nosotros no estamos en contra de la inmigración, sólo de la ilegal. Los otros, PP, Ciudadanos y el resto de partidos, lo único que practican es el buenísimo.
No faltan quienes les acusan de fascistas...
—Es falso. El fascismo está ahora en las instituciones; Més y Podemos están más cerca del fascismo. No me inquietan las etiquetas que nos pongan, pero tengo claro que no hay 2,7 millones de fascistas en España.
Algunos partidos, en especial desde el Partido Popular, apelan al voto útil, les consideran responsables de la debacle de la derecha el pasado 28-A.
—Nosotros no somos la causa del retroceso del PP, en todo caso la consecuencia. Si hubiera cumplido los ciudadanos le seguirían votando, tengo claro que Vox sale cuando hay una sensación de orfandad política en el electorado. Nosotros no causamos la fragmentación.
¿Qué condiciones pondrá para pactar? Entiendo que las formaciones más próximas son el Partido Popular y Ciudadanos.
—Exigiremos entrar en los gobiernos, de otra manera PP y Cs no cumplen los pactos y se olvidan de sus promesas; y lo haremos en todas las instituciones. El elemento básico es el cumplimiento de los compromisos, no queremos un simple reparto de cargos o responsabilidades.
¿Su mensaje reactiva el voto de la izquierda? La participación en las pasadas elecciones fue excepcional.
—Otro mensaje falso sobre nosotros, pero no es nuestro problema. No tenemos hipotecas con nadie y si nos va mal volveremos al sector privado; venimos de la sociedad civil. El mensaje de Vox ha llegado muy manipulado.
¿Desde su punto de vista, el catalán y el mallorquín no son el mismo idioma?
—No lo son y el mallorquín se debe proteger desde la libertad; nosotros no queremos que sea sustituido por un catalán estandarizado. Considero que nuestra riqueza cultural está en peligro por culpa del catalanismo; el problema no es el castellano.
Las últimas encuestas que se han dado a conocer desde el Centro de Investigaciones Sociológica plantean un retroceso electoral para el 26-M, hablan de un globo que se deshincha.
—La última encuesta del CIS no me la creo, entre otras razones porque está hecha incluso antes de las elecciones generales, y no percibo que haya bajado la tensión electoral en torno a Vox. En el 28-A conseguimos un diputado en el Congreso con apenas un año, un objetivo que persiguen formaciones políticas mucho más veteranas como Més y el PI desde hace tiempo. Sólo manteniendo los mismos resultados de abril, unos 60.000 votos, llegaremos al Parlament con entre 7 y 8 diputados, hay que decir que la nuestra es la propuesta política más innovadora; nadie plantea nada similar.