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Guillem Alfocea: «La payesía no tiene una consideración justa»

APAEM forma parte de la Xarxa de Pagesos Ecològics de Balears cuyo coordinador técnico es Guillem Alfocea.

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Guillem Alfocea es el coordinador técnico de la Associació de la Producció Agrària Ecològica de Menorca (APAEM), una entidad que se encarga de defender los intereses del sector desde hace 21 años y que está formada por 60 miembros. Si bien no toda la producción ecológica que se lleva a cabo en la isla forma parte de APAEM, son sin duda el espacio asociativo más representativo. Junto a APAEMA (Mallorca) y APAEEF (Eivissa y Formentera) conforman la Xarxa de Pagesos Ecològics de Balears.

Me imagino que deben estar contentos por el auge que existe entre los consumidores por el producto ecológico, ¿no?
Estamos contentos por este crecimiento de la demanda, pero nos toca vivir una época compleja con el cambio climático acechando sobre nuestros cultivos por el exceso de temperatura y las sequías recurrentes, las dificultades para el reconocimiento estratégico de la agroecología en la transición hacia la sostenibilidad por parte de la administración o la injerencia de quien no es ecológico y se presenta en el mercado como tal. En otro sentido, no puede ser que Menorca produzca carne en ecológico y la tenga que comercializar como convencional sin poder recibir el precio que le tocaría.

La barrera del precio en ecológico es un tema peliagudo.
En general tenemos un problema de consideración social de la payesía y del producto agrario, porque no tienen la correspondencia que se merecen. Todos vemos normal pagar 2,50 euros por bebernos una caña, pero en cambio, cuando vamos a comprar una lechuga ecológica y nos cobran 1,70 euros, nos quejaremos. Es el valor que les ponemos a las cosas.

Me está diciendo que es un tema de prioridades.
El producto ecológico tiene algunas complicaciones en los precios, no hay que negarlo y la inflación nos perjudica todavía más, pero su producción es mucho más exigente en el proceso, cuanto al cumplimiento de una normativa y porque existe un tiempo de dedicación mayor que otro producto convencional. Hay también numerosos estudios que avalan que existen más nutrientes en un kilo de producto ecológico que en uno que no lo es. El producto ecológico te brinda más salud conservando la del planeta.

¿Cuáles son sus principales reivindicaciones como colectivo?
El sector hace tiempo que reclama la bonificación de las cuotas que le toca pagar por el hecho de producir en ecológico, ya que considera que presta una función ecosistémica y social hacia el medio ambiente con su actividad.

¿A qué se refiere?
Para vender, comercializar o elaborar en ecológico debes estar certificado y pagar unas cuotas al organismo regulador. Nosotros opinamos que deberían ser gratuitas para todos los operadores, porque con nuestra actividad contribuimos a aumentar la fertilidad de la tierra, los polinizadores, la biodiversidad, a mantener la salud de los acuíferos, a reducir la huella de carbono, entre muchos otros beneficios. Esto se nos debería compensar.

¿De qué modo?
Nos gustaría que la administración hiciera una discriminación positiva mediante una reducción de IVA por el producto ecológico o incluso una exención. En el fondo, es el mismo principio que rigió la concepción del CARB, el Contrato Agrario de Reserva de Biosfera que reconoció a los payeses su protagonismo sobre el paisaje en una isla, además, donde el paisaje es la carta de presentación cuando mostramos Menorca para que la gente venga. Aquello fue un acto de justicia poética, porque son los mantenedores del mismo y porque son ellos los que levantan la pared seca que se ha caído o tienen las vacas pastando para admiración, también, de quien nos visita.

¿No reciben ayudas?
Sí que recibimos, pero no reconocen las aportaciones de interés general del sector. Si prestamos servicios ambientales y sociales, igualmente debería traducirse en economía y cuidar a los productores como merecen. El sector balear también pide avanzar en la certificación de producto eco-local, de manera que podamos identificar qué es de aquí y, además, ecológico.

¿Qué otros retos tienen?
Seguimos reivindicando que exista una formación permanente en ecológico, algo que no siempre ha existido porque muchas veces se ha discontinuado. En un contexto de urgencia climática, la apuesta por la producción ecológica viene avalada por numerosos estudios que la califican como el mejor de los manejos agrarios. Luego está el tema del acceso a la tierra, que nos preocupa de manera creciente.

¿En qué sentido?
Estamos viviendo una transformación del campo con la llegada de nuevos propietarios que quieren gestionar una actividad agraria. Sin embargo, ello no quiere decir que esta superficie vaya a estar dedicada a producción ecológica que tenga que ver con la soberanía alimentaria y lo que nosotros defendemos, que es el acceso al producto ecológico y local en la mesa de todas las casas.

¿Le preocupa?
Nos gustaría que en toda esta hornada de nuevas adquisiciones hubiera una conciencia de entender el paisaje, la tradición agraria de Menorca o el trabajo con las variedades locales. Y que las futuras generaciones no tengan complicado el acceso a la tierra. Me consta que esto sucede en algunos casos, pero no siempre es así.

¿Qué le parece la irrupción de la agricultura regenerativa en algunas fincas?
Quiero pensar que estamos construyendo lo mismo, ya que se trata de buenas prácticas que pueden superar la normativa europea en ecológico, y puesto que, en el fondo, se trata de una sublimación de algunas líneas que ya contempla la agricultura ecológica. La propuesta regenerativa parte de una premisa que la producción ecológica tiene implícita en su concepción inicial, en el sentido del mantenimiento y el aumento de la fertilidad de la tierra, la regeneración del agrosistema, consiguiendo, en consecuencia, un impacto positivo en el medio ambiente.

¿Y la falta de agua, cómo la gestionan?
Estamos sufriendo, y estos dos años, que han venido tan austeros en lluvia, han provocado pérdidas. Te pondré el ejemplo de un productor ecológico profesional que está en la zona de los Vergers de Sant Joan, al que ha faltado agua los dos últimos veranos. Una producción agraria de huerta, que ha tenido pegas para regar, que ha perdido parte de su cosecha. Resulta, en cambio, que a menos de dos kilómetros hay quien defiende que los yates deben limpiarse con agua dulce. Como sociedad, debemos decidir con urgencia nuestras prioridades.

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