Desde el punto de vista turístico la seguridad es quizás el atributo más importante de la imagen de un país. Un país puede tener mala imagen a causa, por ejemplo, de las formas totalitarias de sus dirigentes, casos de Turquía o Egipto, pero si los turistas se sienten seguros, superan las malas percepciones, al precio adecuado, por supuesto, y fluyen hacia sus playas. Es lo que está ocurriendo precisamente en los dos países mencionados. Se está iniciando una rápida recuperación tras la fuerte caída de años anteriores causada por los diversos atentados y las manifestaciones callejeras en El Cairo y Estambul. La imagen de Al-Sisi y la de Erdogan, y con ellas la de sus países, anda por los suelos, pero la percepción de seguridad ha mejorado y los precios son interesantes.
Aquí estamos marchando por el camino contrario. Los atentados de mayo en las Ramblas generaron una apreciacion de inseguridad momentánea, que fue eficazmente combatida con descensos de precios en los productos turísticos. En los mercados de origen de los turistas que vienen a Catalunya y al resto de España se instaló rápidamente la creencia de que había sido un hecho aislado y de que Barcelona volvía a ser un destino seguro. En un mes las corrientes turísticas retornaron a la normalidad.
Esa normalidad saltó por los aires el pasado 1 de octubre. Las imágenes de las cargas policiales, torpemente ordenadas, y los textos que recogieron los medios de comunicación de todo el mundo han significado el golpe más duro a la imagen de España en toda la historia moderna. “La vergüenza de Europa”, titulaba la CNN, que está basada en un país en el que muchos policías sacan antes la pistola que la porra, y a veces peor en los medios británicos, que también se olvidan de su pasado en el Ulster.
La parte más importante del mensaje fue vendida por el propio Govern que, oficialmente, comunicó que 900 personas habían sido heridas por la policía y la Guardia Civil. Traducción por parte del sector turístico, especialmente de los intermediarios a los que se les puede pedir indemnizaciones: Barcelona no es segura. Si hay 900 heridos en un día y vemos que hay manifestaciones, del signo que sea, en las calles, la cosa puede ir a peor. Como consecuencia las reservas llegan a un ritmo inferior al usual y tanto la ocupación de los alojamientos como las inversiones en el sector se contraen.
Y como la incertidumbre no disminuye sino que aumenta cada día que pasa, nos podemos encontrar con que va a ocurrir lo contrario que en Turquía o Egipto. Barcelona tiene buena imagen entre los potenciales clientes, pero quizás decidan ir de vacaciones a otro sitio porque es insegura.
A eso los anglosajones lo llaman pegarse un tiro en el pie.