Antonio Orozco lleva años subiéndose al escenario como quien se asoma al abismo, sabiendo que si hay alguien que puede convertir el dolor en una melodía tarareable, es él. Por eso lo suyo no es posar en el centro del foco, sino encenderlo para alumbrar todo lo que se atreve a sentir. Y con esa narrativa deslumbra a sus fans nuestro trovador del desgarro, la ironía y la ternura; uno de esos artistas para los que el aplauso no se ha convertido en parte del decorado -sigue emocionándole como el primer día-. El próximo 25 de julio La gira de mi vida se detendrá en Alcúdia (Avenida Príncipes de España), donde celebrará una nueva catarsis colectiva.
El título de su nuevo disco desafía las creencias populares afirmando que El tiempo no es oro…
— (Risas) Lo afirmo y lo pudo constatar, ya le gustaría al oro ser tiempo.
¿Cuál fue su punto de partida?
— La conciencia de que el tiempo es único e irremplazable.
¿Bautizar su nuevo tour como La gira de mi vida fue una declaración de amor o un parte médico emocional?
— Qué bonito lo explica… Es una declaración de intenciones. Me reuní con mi equipo de trabajo y escudriñamos los lugares donde íbamos a tocar, quería que fueran muy especiales. Terminamos en la mesa de un hotel y dije ‘me cago en la puta, esta es la gira de mi vida’. Alguien dijo que era un buen título y así se quedó.
«Si no fuera yo sería un músico frustrado que toma cubatas y escucha a Sabina»
¿En qué momento entendió que la música no es solo lo que hace, sino lo que le equilibra?
— Eso lo tengo muy claro, verá… yo vengo de una familia muy humilde, me educaron para tener un trabajo y llegar dignamente a final de mes, así que la música era para mí la forma de llegar a un universo soñado, por eso siempre la he cuidado mucho.
En todos estos años, ¿qué ha cambiado más: el músico o el hombre?
— El hombre ha cambiado en todos los aspectos, apenas tengo tiempo para hacer nada, si quieres mantener tu carrera tienes que dedicarle mucho tiempo. Y como músico aún he cambiado más: he tenido que reinventarme después del problema que tuve con una cuerda vocal. Cada día doy clases de canto y he descubierto que es ahora cuando canto, porque antes no sabía hacerlo, por eso me hice daño.
¿Cómo se gestiona el vértigo de llenar estadios y seguir sintiéndose un tipo normal?
— Pues debe ser la edad. Mi mundo lo ha cambiado mucho la televisión, antes iba a la playa o a tomar un helado y ahora me lo pienso más, intento no verme en situaciones donde haya mucha gente, que los teléfonos tengan cámara ha hecho que mi vida sea un poco más complicada. En Alcúdia he encontrado la paz, tengo un barco de vela chiquito y a veces voy a Formentor y duermo en la bahía.
«Cuanto mejor te va menos te preocupas por la música y eso es peligroso»
Cuando no está de gira, ¿qué es lo que le gira por dentro?
— A mí me giran de polo a polo mis dos hijas y mi mujer, son el principio y el final de mi vida.
¿La fama le ha enseñado más sobre los otros o sobre sí mismo?
— La fama es como el lunes, no debería existir.
¿Cómo se compone algo honesto en una industria que suele premiar lo artificial?
— Te contesto con algo que dije en una ocasión, cuando me preguntaron qué consejo le daría a alguien que quiera hacer carrera en la música: ‘No escuches ningún consejo’.
¿Quién sería Antonio Orozco si no hubiese sido Antonio Orozco?
— Un informático de la ostia y un músico frustrado que tomaría cubatas los viernes noche escuchando a Joaquín Sabina.
¿Qué tiene más valor: un disco de oro o recibir una ovación con los ojos cerrados?
— (Risas) El día que no sienta una ovación del público empezaré a morir lentamente.
¿Qué le diría hoy al chaval que comenzó en l’Hospitalet con más ilusión que certezas?
— Que parece lejos pero no está lejos.
¿En qué momento del concierto deja de interpretar y empieza simplemente a ser?
— Realmente antes de empezar el concierto.
¿Qué es más difícil de afinar: la voz o el carácter cuando se complica la vida?
— El carácter, sin duda. Y te diré otra cosa: el dinero desafina, cuanto mejor te va menos te preocupas por la música, y es peligroso.
¿Ha aprendido más sobre el amor escribiendo canciones u olvidándolas?
— Escribiendo, porque aunque quiera olvidar la canción, el público te obliga a recordarla.