Bel Albertí y Miquel Mas Fiol fueron los encargados de la presentación del muy consolidado Torneig de Dramaturgia de les Illes Balears, que de la mano de Poduccions de Ferro llega a su undécima edición en el Teatre Mar i Terra de la calle Sant Magí Palma, y en la que venció Marta Sánchez con la obra Bon Al·lot.
Una presentación que, por otra parte, sin duda y desde siempre se convierte en un aspecto fundamental del combate, aunque podríamos convenir que en realidad no es tal, tan solo un Macguffin, la cuartada perfecta. Por tanto, y a lo que íbamos, una Overture que sirve como altavoz reivindicativo de una profesión que siempre ha vivido en Precario, provincia de Miseria. ¡Pues para nada! La pareja decidió que había que acabar con el síndrome de la fragilidad y adentrarse en la senda del glamur con el cuchillo entre los dientes, una sonrisa de oreja a oreja y la parodia como único consuelo.
Como en cada edición del Torneig, lo que resultó inevitable fueron los daños colaterales, las víctimas inocentes, o no tanto. Así que Rafel Brunet, Sergio Baos o Tomeu Amengual, al que jubilaron y sustituyeron por Joan Carles Bestard, fueron algunas de las víctimas del corrosivo humor, sin complejos, que decía el ínclito Matas, con las que los glamurosos maestros de la ceremonias dieron paso a la auténtica razón de ser del indiscutiblemente más fructífero acontecimiento teatral de todos cuantos uno recuerda.
Primero se interpretó El temps de les agulles, de Antonio Miguel Morales, con Yolanda Sey y Guillem Juaneda como protagonistas de la historia en la que un hijo rememora a su madre con una visita al taller de modista en el que ejercía sus labores y él soñaba con seguir su legado. Es ahí donde se inicia una entrañable y amorosa conversación entre ambos, cierto que plagada de estereotipos de una época, como tantas otras, todavía no superada del todo, y con algunos tópicos, como por ejemplo la figura del padre militar, que suenan algo redundantes, incluso innecesarios. Aún así, la nostalgia y la ternura, sin discusión posible, ganan la partida a esos subrayados, como también ocurre con ese siempre tan necesario discurso contra la intolerancia que probablemente se convierte en el auténtico armazón que sustenta la historia con la que su sevillano autor debuta en catalán.
En segundo lugar hicieron acto de presencia los actores Ricard Farré y Carles Molinet para convertirse en Tumbet y Albert, el perro y su amo, los protagonistas de Bon al·lot, de Marta Sánchez. Otra historia con la muerte como protagonista, con un planteamiento tan original como el que sea una conversación entre un humano y su mascota, que naturalmente permite una buena dosis de divertidos registros para Ricard Farré, su intérprete, que redundan en el resultado final. En realidad se trata también, como en la otra finalista, de una muy parecida cariñosa y sensible conversación entre dos seres que de alguna manera se han hecho el uno al otro. La diferencia radica en que en esta, la resolución se convierte en un tirabuzón de muchos quilates.