«Desde el primer momento en el que empecé a escribir teatro lo hice sobre el Procés. Fue con un texto en castellano, el único que he escrito en esta lengua, en los años 70. Se titulaba Querido amigo y era una tragicomedia sobre el 23-F», recuerda Joan Guasp, a quien el sello Arola Editors dedica un gran volumen antológico con una selección de 14 textos dramáticos que tienen como hilo conductor «el proceso catalán antes de que empezara», escritos entre 2006 y 2021. Además, el libro incluye dos prólogos de Marta Momblant Ribas y Rosa M. Isart.
«El proceso de independencia, que todavía sigue, culminará con la independencia», asegura el autor, articulista de este periódico, a la vez que avisa que no se trata de optimismo, sino de que «soy muy observador». De hecho, se atreve a predecir que sucederá antes 2050. «Yo lo veré desde allí donde esté, en primera fila, y lo mejor será que lo veré sin angustia», sentencia.
Libertad
Y es que, según él mismo reconoce, el tema de la libertad siempre le ha preocupado. «Las patrias no me importan nada y más si es una patria como la española, tan represora que no se conforma con querer su casa y quiere apropiarse de las libertades de los demás», denuncia. Una inquietud que también lo ha llevado a hablar de la naturaleza humana. «Como Montaigne, escribo sobre mí mismo a través del teatro, pero también de los ensayos, artículos o novelas», compara. En el caso de las obras dramáticas reunidas en el volumen que lleva por subtítulo Tragicomèdia catalana contemporània, constituyen una suerte de «crónicas periodísticas y teatrales», pero que guardan «una creatividad artística».
«Me considero una persona con muchas ideas y mucha imaginación. Mis personajes se ponen en acción, se rebelan contra mí y yo siempre estoy de su lado, a su favor. Ellos son como mis jefes, los que mandan», añade Guasp, que tiene el humor y la reivindicación por bandera. «No me gusta hablar de lucha porque es un término demasiado bélico» sentencia, a la vez que puntualiza que «todo me sale de forma muy natural, sin ser consciente de ello». «Siempre he hecho tragicomedia, pero sin saberlo. Recuerdo que fue Gabriel Sabrafín quien dijo en Ultima Hora, a raíz del estreno de Kabyl en el Teatre Principal de Palma en 1988, que hacía tragicomedia. Le dije que no lo entendía, pero él, muy seguro de sus palabras, me contestó que ya lo descubriría algún día. Y así ha sido», cuenta.
«La vida en sí misma es una tragicomedia. La vida tiene gracia si sabemos transformar la tragedia en comedia porque la vida puede ser trágica, pero la puedes endulzar», razona, mientras se proclama gran admirador de Kafka, «uno de los escritores más humorísticos que han existido nunca».
«Hice la secuela de Tot esperant Godot, de Beckett, titulada Fills de l’espera, en la que la historia terminaba bien, con un final esperanzador. Puede que no sepa escribir historias que acaben mal. O sí, pero debo proponérmelo, de hecho, alguna vez lo hago como ejercicio de estilo. Y es que más que escritor, me considero lector. Como decía Borges, presumo de los libros que leo, no de los que he leído», sentencia.
Represión
Volviendo a la temática de este gran volumen de Arola, Guasp carga contra la represión que ha ejercido España contra los catalanes. «Nos ha humillado y ahogado, tanto desde el punto de vista cultural como económico. Todo esto se puede apreciar en este libro, en clave humorístico, con un tono desenfadado, entretenido y divertido. Al fin y al cabo, las obras de arte son obras políticas. Y todo sin proponérmelo, que sería algo forzado. En ese caso sería absurdo, como la inteligencia artificial: si es artificial es falso y yo no sé lo que quiero, soy lo que soy. Lo bueno que tengo y que deberíamos tener todos es aceptar la vida: aprovechar cuando hace sol y, cuando llueve, abrir el paraguas. Mi obra es una reivindicación de la libertad humana», concluye.