El artista alemán Frank Gerritz ha presentado este martes Then and there, una mirada no retrospectiva a 30 años de trabajo artístico que llena la Planta Noble del Casal Solleric. Se trata de una exposición comisariada por Luis Juan de Sentmenat García-Ruiz y que ha estado presente en el espacio de Palma para acompañar al artista junto al regidor de Cultura de Pama, Javier Bonet, y el director d'Arts Visuals, Fernando Gómez de la Cuesta.
Bonet y Gómez de la Cuesta mostraron su entusiasmo por la visita de Gerritz, de quien expresaron como «honor» albergar su talento y al que describieron como un «autor de relevancia internacional». A su vez, también quisieron hacer manifiesto su agradecimiento al galerista Xavier Fiol, cuya mediación ha sido fundamental para la colaboración con Gerritz.
Bonet, a su vez, hizo hincapié en que «se está cumpliendo al cien por cien el camino de la excelencia» que se marcaron desde la llegada a la casa consistorial y el político del PP expresó que la «meta es hacer de esta ciudad un referente en cultura y del Solleric uno en arte a nivel nacional e internacional».
Mientras, el comisario, De Sentmenat, quien firma la hoja de sala de la exposición que se inaugura este jueves, dio algunas pinceladas sobre la obra de Gerritz que se podrá ver en Palma. De ella destacó «el misticismo austero», sus raíces «minimalistas», algo que el propio Gerritz discutiría posteriormente, y «su coherencia, radicalidad y abstracción en la defensa del arte por el arte». El resultado de todo ello es «una armonía y perfección».
En cuanto a Gerritz, que arrancó su parlamento destacando que no se puede hablar de «pintura» en lo que hace, sino de «escultura y dibujo» y negó permanecer a posiciones minimalistas, también se inscribió a sí mismo en «lo contrario a la búsqueda de la perfección», por mucho que sus creaciones parezcan perseguirla sosegadamente. Gerritz describió su arte como «buscar la luz y no la oscuridad», algo que puede apreciarse en sus contrastes claros y bien definidos entre los grises y blancos con los rotundos negros, fronteras ineludibles cuyas dimensiones se basan en las proporciones corporales del propio artista (como el ancho de sus hombros o su propia cabeza).
Asimismo, Gerritz destaca su cercanía con la «escultura europea» más que con el minimalismo para hablar de sus piezas como obras que cambian según les dé la luz y según la perspectiva desde la cual se las contemple. «Una pintura es siempre la misma, se queda igual sin importar cómo la veas, pero lo que yo hago es mucho más complejo», por lo que el artista invita, coincidiendo con el comisario de la muestra, a pasearse en soledad por las salas del Solleric y jugar con las perspectivas, los matices de la luz rebotando en las imperfecciones de sus cuadros, y abrirse a la reflexión.