¿Es el turismo bueno o malo? ¿Es esta dicotomía una simple y reduccionista forma de plantear la cuestión? ¿Es Mallorca un observatorio privilegiado de las dinámicas que el turismo genera en los lugares donde se asienta? Estas y otras preguntas son las que persigue el investigador Guillem Colom, profesor en la Universidad de Glasgow quien ayer participó en Casa Planas dentro del proyecto Costa que pretende crear un grupo de investigación colectiva con invitaciones a profesionales de diferentes ámbitos para repensar el impacto del turismo sobre el territorio.
Colom centró su charla en el concepto de Overtourism, traducible por sobreturismo o exceso del mismo. El archivo de Casa Planas, en opinión de Colom «único en el mundo», muestra «las contradicciones y complejidades de la historia del turismo en Mallorca» ya que lo que ahora es un centro cultural y crítico, en origen tenía un «fin comercial y muestra la transición sobre cómo vivimos el turismo en la Isla».
Explica Colom que sus líneas de investigación tienen principalmente dos ramas: las respuestas literarias y artísticas, algo que «muestra el momento histórico en el que la crítica al turismo está muy presente en el ámbito público», por un lado, y una segunda que es la mirada del residente por contraposición a la del turista. Estas ópticas que pueden ser «tan simplistas» la una como la otra. Finalmente, el bloque final se centró en las «problematizaciones» de cómo se entiende y representa el turismo de cierta manera y «por qué se percibe así».
Ante todas estas ideas y concepciones, que huyen de una maniquea visión del turismo, Colom se muestra consciente de las complejidades del fenómeno que estudia: «A veces hablamos de que los mallorquines están en contra del turismo, pero hay algunos que se benefician de él y precisamente eso es lo que quiero tratar, ver cómo Mallorca es una plataforma muy interesante para estudiar estas tensiones», señala Colom que centra parte de su análisis en las representaciones culturales del mismo, a través de la literatura, la ilustración, el teatro, etcétera. Para él, «la cultura está adelantada a su tiempo y tiene capacidad de modelar» la forma de percibir un fenómeno.
Uno de los lemas que ha perseguido Colom y muy presente en las representaciones culturales de la problemática del turismo y su relación con la Isla es el de Mallorca s'enfonsa, algo que se puede ver de manera recurrente en obras de teatro, en la literatura y en la música. Se une a otros conceptos como la angustia residencial de Pere Salvà y que tiene que ver con la angustia climática. El proceso de desaparición de la lengua catalana, por otro lado, son aristas de una misma figura poliédrica: «El trauma que ha creado el turismo en Mallorca».
En medio de esta realidad aparece la guerra cultural entre el overtourism y la turismofobia, que permiten ver las realidades en el entorno local entre el hecho mismo de que Mallorca tiene unos topes de asimilación del flujo turístico y la comprensión de cómo se entiende la comunidad en estas protestas que surgieron a través de acciones como las icónicas pintadas de 'tourists go home'.
Y es que la Isla, destino consolidado como el que es, se encuentra como periferia del norte global y tiene sus particularidades como su relación con la lengua catalana y cultura propias y cómo estas realidades se ven afectadas sino en peligro de desaparición por la sobreturistificación. Incluso fenómenos que no están ocurriendo en otros lugares, como la compra de segundas residencias de manera masiva por parte de extranjeros o que incluso algunos isleños busquen viviendas fuera de la Isla para huir del problema de vivienda local para promover ellos mismos una gentrificación que padecen en casa son otras de las cuestiones que interesan a Colom.
Como imagen que resume y encapsula el fondo y, en cierto sentido, la forma de su proyecto con Casa Planas, recurre Colom precisamente a una imagen que vio en el archivo mismo: se trataba de una fotografía del décimo aniversario del Hotel Victoria en la que aparecía una enorme tarta con la silueta de Mallorca que se estaba cortando por la mitad. Este hecho se veía como algo festivo, «fantástico incluso», pero hoy «sería la imagen de un movimiento crítico con el turismo porque es literalmente la Isla siendo destrozada» y repartida. Por ello, Casa Planas, Mallorca y Balears en su totalidad son «un laboratorio interesantísimo para estudiar el turismo de manera global».