Marina Collado (Porto Cristo, 1992) comenzó a escribir sobre temas que le han «tocado de cerca», como la homosexualidad y el mundo queer y, sobre todo, «el haber crecido sin referentes de historias de amor no heteropatriarcales y románticas».«Sentía que tenía mucha necesidad de este tipo de relatos», reconoce, así que ella misma decidió suplir esas carencias con obras de teatro, con títulos como Aquí i ara, que estrenó en 2018 en Manacor junto a Vanesa Román y que se basa en «un típico viaje mochilero que emprenden dos jóvenes», Coloma, un monólogo que Collado escribió en 2019 cuando regresó de Barcelona en el que «entro de lleno en mis raíces, de cómo una niña crece en una Mallorca rural que pasa a ser turística» o El silenci de les falzies.
En esta última, que pudo verse el pasado mes de noviembre en el Teatre Principal de Palma, supuso la puesta en marcha de la compañía La Dislèxica. En El silenci de les falzies también está presente el torno a Mallorca de una joven, poniendo de manifiesto la distancia emocional que las separa y la maternidad vista desde la madre y la hija. Ahora, Collado está trabajando junto al bailarín catalán Pau Zabaleta en un nuevo proyecto: La lletjor. «Me centraré en qué es para mí la fealdad, pero me intentaré separar de lo que he hecho hasta ahora, que es más realista o convencional. Me apetece explorar otro lenguaje, algo más absurdo y entrar también en la comedia, que es cierto que he hecho alguna vez, como Un dia sense turistes, con la que participé en el Torneig de Dramatúrgia [en 2022]. Con Pau queremos explorar un mundo muy nuestro, porque cuanto más te acercas a algo tuyo, más universal es», detalla. «¿Qué espacio hay dentro de la fealdad? Nos interesa el planteamiento del rechazo, de si en la fealdad puede haber belleza», matiza Collado, que gracias a una ayuda del Institut d'Estudis Baleàrics podrá dedicarse a la escritura de esta obra.
Muestras
Collado y Zabaleta ya han mostrado La lletjor. A finales del año pasado, realizaron una residencia en Invernadero Danza, en México, donde el catalán estaba viviendo. «En la muestra que hicimos con público jugamos con la fealdad más literal y explícita, poniéndonos cinta adhesiva por la cara, deformándonos. Luego, nos la retirábamos». «Aunque la belleza es subjetiva, nosotros encajamos dentro de la normatividad. Pero, al quitarnos la cinta adhesiva, ¿volvíamos a ser bellos? ¿es que antes nos considerábamos feos?», razona.
«En una ruta turística que hicimos, el guía nos explicó que para los mayas, cuanto más feo eras, más bello te consideraban, por eso, a los bebés les ponían cosas en la cara, para deformarles el rostro. ¿Cómo nos hemos construido desde aquí? Eso demuestra que la atracción o el deseo se puede deconstruir, se puede volver a hacer, podemos desaprender. Así las cosas, queremos explorar hasta qué punto el deseo se puede modificar y hasta qué punto nuestro imaginario parte de lo que nos han impuesto», reflexiona. En este sentido, explica que «me interesan temas como el lesbianismo, la familia o el hecho de ser disléxica. Quiero hablar de personajes que se sienten desubicados. Hay pocas historias escritar pos gente que no encaja. Ya hay pocas escritas por mujeres, menos de mujeres lesbianas y todavía menos de mujeres lesbianas disléxicas», lamenta Collado, que en junio viajará a Nueva York, donde Zabaleta ha conseguido una beca para estudiar danza durante tres años. Allí continuarán «explorando» juntos para erigir La lletjor.